Ibon Meñika (miembro de Sortu y de Gernika-Palestina) al ser preguntado sobre sus diferencias con los planteamientos de la Plataforma Palestinarekin Elkartasuna, responde que ellos son los que reproducen en Euskal Herria las reivindicaciones de la resistencia palestina. Falso:
Será ahora que respetan lo que la resistencia dice, porque no hay más que leer los comunicados de su plataforma hace 2 años. Ahora que la resistencia está diezmada, que la protesta internacional no ha sido suficiente; ahora que les hemos fallado y se encuentran ante la imposible disyuntiva de aceptar el plan de Trump y morir como pueblo lentamente o no aceptarlo y ser masacrados inmediatamente; ahora que no tienen otra opción, AHORA, sí que lo del alto el fuego, negociación y dos estados os cuadra. ¡Venga ya!
Se nos critica diciendo que nuestras reivindicaciones (desmantelamiento del estado sionista y defensa de la legítima resistencia) son irreales, y además, no son lo que la resistencia pide. ¿Qué resistencia? ¿En qué momento de los 80 años de colonización? ¿En qué mes de los últimos dos años de exterminio acelerado?
Quien sabe de política sabe (y los cuadros de Sortu saben) que lo que la resistencia palestina puede sostener ahí está directamente relacionado con lo que nosotros luchamos aquí. Esta es la verdadera solidaridad internacionalista: forzar aquí las posiciones políticas para que allí mejoren los términos de la negociación. Lo que ha hecho Gernika-Palestina es exactamente lo contrario: con su defensa de la solución de los dos estados y su no apoyo a la resistencia, han contribuido (junto a muchos otros agentes políticos) a hacerle la cama a la deleznable propuesta que ahora se negocia. Desde que los estados occidentales empezaron a «reconocer el estado palestino» y hasta la presentación del plan de Trump, en pocas semanas, la causa palestina ha perdido muchísimas posiciones. Con este doble movimiento el marco que se ha fijado es:
Se reconoce un estado inexistente, para, acto seguido, argumentar que la causa de todo esto era la presencia de Hamas, por lo que la solución es una Palestina sin Hamas. Para garantizarlo, se institucionaliza el dominio colonial sobre Gaza, se la reduce a una simple reserva americana y se fijan las nuevas conquistas Israelíes sobre Cisjordania. El genocida es premiado. Esta operación es posible porque en Europa no hemos estado a la altura. Porque plataformas como Gernika-Palestina han preferido usar la cuestión para sus fines particulares.
Han preferido acercarse al PSOE, en vez de señalar claramente no sólo su hipocresía, sino la peligrosidad de su discurso. Estas palabras de Sánchez hace meses, a la luz del plan de Trump, parecen providenciales: dos estados para reducir a la nada a uno y premiar a Israel.
En Euskal Herria se ha demostrado que había opciones de trabajar la cuestión sobre bases mucho más radicales que las planteadas por el PSOE, pero la Izquierda Abertzale ha preferido servir de lastre. Ha preferido llamar un paro simbólico con CCOO y UGT (con esos que se reunían con israelíes) y favorecer la maniobra del PSOE, que apoyarse en el sindicalismo vasco y en la mayoría del movimiento propalestino y llamar una huelga general, señalando complicidades concretas, desde el PNV hasta el PSOE.
Para mí, los mínimos políticos que la Plataforma Palestinarekin Elkartasuna puso hace dos años, muestran hoy su total vigencia y necesariedad: sin apoyo a la resistencia no hay marco anticolonial (sino marco antiterrorista) y sin la apuesta por el desmantelamiento de Israel, como estamos viendo, no hay descolonización, sino reorganización imperialista.
Me entristece y mucho que no hayamos estado a la altura, a pesar de nuestros esfuerzos, y me hierve la sangre ver a oportunistas como éstos caracterizarse de «verdaderos internacionalistas».