EL DENOMINADO PERIODISTA A. GARCÍA FERRERAS Y LA INDUSTRIA DE LA ALIENACIÓN PSICO-POLÍTICA DE MASAS
Noel Bandera López, reconocido doctor en Comunicación con amplia base filosófica, afirma en la primera página de su imprescindible investigación titulada Ferreras y el oligopolio mediático (Hojas Monfíes, Granada, 2025. 169 págs.) que «Este libro nace con la convicción de que el conocimiento es revolucionario» (p.9). Es verdad, el conocimiento y la ciencia son revolucionarios, por eso la burguesía intenta siempre controlar, frenar, disminuir o liquidar esa fuerza emancipadora recurriendo a toda serie de represiones, mentiras, manipulaciones, trampas, engaños, negacionismos, guerras psicológicas y cognitivas, golpes de Estado blandos o duros y dictaduras.
Por razones de espacio, no podemos extender nuestra lectura de este imprescindible libro a las muy correctas críticas que realiza al contenido otanista, pro-sionista y claramente pro imperialista de las mercancías ideológicas fabricadas en serie por las industrias de la alienación masiva del oligopolio mediático. Como muestra, un botón:
«La manipulación en Al Rojo Vivo no es sólo un fenómeno concretado en bulos ocasionales sino que permea todas su emisiones, en mayor o menor grado. En un momento histórico en el que estamos observando en directo uno de los mayores genocidios del siglo XXI, y el agravamiento de la limpieza étnica del pueblo palestino por el Estado colono genocida de Israel, es particularmente grotesco ver cómo su posicionamiento atlantista lleva hasta el absurdo el framing para justificar a los colonos. Así pues, ante la noticia del asesinato premeditado en un bombardeo de la familia del periodista palestino Wael Al Dahdouh, y han matado en diversos ataques a su esposa, dos de sus hijos y nieto, Ferreras ni siquiera mencionó al autor del bombardeo, como si fuera un fenómeno meteorológico, e incluso pretende responsabilizar a Hamas de los asesinatos de Israel […] En la fase actual del intento de exterminio de los palestinos por el Estado genocida de Israel, se han asesinado a más periodistas que en cualquier conflicto bélico de la historia […] Seguramente, una persona que no ejerce la profesión ni prioriza la vida sino los intereses del poder no puede empatizar con lo que esto significa, por lo que tampoco son sorprendentes los posicionamientos de Ferreras» (p.92).
Para combatir tanta manipulación descarnada y cruda, el autor recurre a la sabia verdad de Lenin que reproduce en la página 28, del mismo modo que más adelante citará la teoría 12 marxista del «ejército de reserva» de fuerza de trabajo desempleada como arma reaccionaria en la lucha de clases, y otra referencia a Gramsci. El conocimiento es tanto más revolucionario cuanto que es la síntesis práctica y teórica de un proceso colectivo: «En este libro, Ferreras y el oligopolio mediático, realizado gracias al apoyo popular de 105 personas que colaboraron económicamente y otras muchas con difusión, hemos tratado de presentar hechos, datos y reflexiones sobre la carrera de Antonio García Ferreras, enmarcados en cuestiones más profundas y sistemáticas sobre la falta de democracia en el sistema mediático español, y todo ello unido a voces de entrevistados muy relevantes. El propio Ferreras ha sido contactado, tanto por llamadas como por mensajes de whatsapp, para concertar una entrevista para este libro. No respondió» (p.164).
Aportando un siempre necesario contexto histórico, el autor explica que uno de los objetivos centrales de la llamada «transición» desde 1978 era cortar de cuajo el ascenso de las luchas de masas, obreras, campesinas y de liberación nacional. La violencia represiva actuó sin contemplaciones mientras que se mantenían en sus puestos a torturadores, jueces, militares y periodistas franquistas, y las lenguas y culturas de las naciones oprimidas eran «minorizadas» (p. 29). Sobre la represión el autor dice un poco más adelante: «La represión es consustancial al Estado español. La tortura es usada por la Policía, junto a otros mecanismos ilegales, como las infiltraciones en movimientos sociales» Sobre la tortura: entre 2004 y 2014 se realizaron 6.621 denuncias muriendo 833 personas bajo custodia (p. 35).
Además, la Iglesia continúa acaparando un enorme poder mediático y económico, con más de 100.000 inmuebles «indebidamente inmatriculados […] más de 11.000 millones de euros la cantidad que supone anualmente la Iglesia al Estado, contabilizando lo que percibe y lo que se le permite no pagar como privilegio adicional» (p. 30). Muy contadas veces, añadimos nosotros, la Iglesia ha dicho algo por abstracto que sea contra la represión, contra la tortura, contra las muertes en comisarías y cuartelillos… por no hablar de su papel decisivo en el triunfo del franquismo y en la pervivencia del postfranquismo: por ejemplo, su responsabilidad en el exterminio de decenas de miles de personas por la dictadura y sobre dónde se encuentran enterradas muchas de ellas.
Naturalmente, la censura abierta, burda y descarada o sutil e invisible juega un papel clave en el mantenimiento del poder, como también lo hace la uniformización del mensaje de orden y de obediencia que imponen los medios del sistema, pero envuelta en fraseología democraticista cansina y monótona. En esta cueva obscura se agradece la luz que aporta el autor cuando destaca el dogma reaccionario de «el pacifismo un principio ineludible para la clase trabajadora» (p. 120) como uno de los mandatos de la ley de leyes del capital. Para reforzar ese mandato: «En 1998 se obligó al cierre el diario y radio Egin de izquierdas y bilingüe en un caso capitaneado por el mal considerado juez “progresista” Baltasar Garzón. Su director, Jabier Salutregi –y también otros periodistas-, pasó siete años y medio en la cárcel acusado de colaborar con ETA. El autor también cita al Camarada Arenas «treinta años secuestrado» así como la necesidad de liberar a los presos políticos (p.165), no faltando una mención a Pablo Hassel.
El caso contra Egin, que existió desde 1977 a 1998, acabó en 2009 con una sentencia del Tribunal Supremo donde se negaba la relación con ETA y se declaraba ilegal el cierre […] 23 En 2003, el Egunkaria, el único diario íntegramente en vasco, fue cerrado, otra vez con la excusa de ETA, por orden judicial, y sus bienes, al igual que en el caso contra Egin, embargados. Algunos de los detenidos en el caso denunciaron haber sufrido torturas. En 2010 todos los encausados fueron absueltos por el Tribunal Supremo» (p. 32).
La censura no se limitó a destruir estos diarios y Egin Irratia sino que siguió destrozando otros medios de comunicación en Euskal Herria y País Valencià, y con los años, en 2022, se ha extendido a Rusia Tudey -RT- y Sputnik, prohibiéndolos sin ni siquiera orden judicial. La periodista Helena Villar, entrevistada por el autor, explica que: «RT en español era el canal de noticias más visto, con mayor número de visualizaciones en YouTube –en la plataforma mundial número 1 de visualizaciones de video-. Más que la BBC, CNN en español o cualquier otro canal noticias. Y eso en buena parte era por Latinoamérica […] se ha eliminado el archivo, se ha eliminado la historia, sobre todo informativa, de Latinoamérica» (p. 33).
Hemos hablado de censura invisible y sutil: de la misma forma en que Herri Batasuna fue sometida a una dura asfixia económica totalmente ilegal, Egin e Egin Irratia sufrieron la misma guerra económica. El autor nos recuerda que la misma agresión padeció desde 2019 el Diari La Veu del País Valencià planteando una crítica respetuosa al papel de Compromís-Unidas Podems hubiera hecho tan poco por ayudar a Diari La Veu, por defenderla de la agresión económica del Estado (p. 34), como antes había sucedido en Euskal Herria: la pasividad del reformismo y de la burguesía autonomista. A modo de síntesis sobre este particular, el autor dice: «Esta forma de actuar casa con el modus operandi del Régimen del 78. El combo de censura y ostracismo de la crítica, publicidad institucional de medios afines controlados por grandes empresas, no legislación de medios comunitarios y promoción de un bipartidismo garante de la continuación de la monarquía Borbónica» (p. 35).
Todas las formas de censura y de persecución de la libertad, como estamos viendo, se vuelcan contra el derecho/necesidad de libre comunicación crítica y contrastable. Además de esto, también debemos tener en cuenta que «como ocurre en el ámbito partidista, en el que apenas hay pluralismo, es muy difícil hallar diferencias políticas de relieve entre facciones o incluso entre partidos y los grupos se forman más bien por afinidades e intereses personales, en el sistema mediático cuesta establecer parámetros esenciales, ya sean metodológicos, de contenido o de otra índole, que separen a unos medios de otros» (pp. 119-120).
Todo lo cual empobrece cada vez más la capacidad de debate, reduciendo los medios del sistema a algo parecido a jaulas donde cada cual parlotea sobre lo mismo pero con acentos y entonaciones algo diferentes al resto. Sin embargo, el autor está en lo cierto al precisar que «En las diferentes naciones oprimidas que conviven subyugadas en el Estado español sí es un poco más fácil encontrar diferentes enfoques, como pueden ser el Diari la Veu del País Valencià, Vilaweb, y medios cercanos a la izquierda independentista en el País Vasco y en Galicia» (p. 120) La industria de la alienación de masas junto con el poder militar y eclesiástico, siempre a las órdenes del capital, se empleó a fondo para imponer la monarquía Borbónica. Hasta noviembre de 2016 (pp. 36-37) se ocultó a las clases y naciones oprimidas del Estado que las fuerzas «democráticas» que negociaron la llamada “Transición”, se negaron a realizar un referéndum sobre los Borbones porque sabían se iba a perder echando así al traste la 34 filigrana constitucional. De modo que la «democracia» se asienta, además de sobre otras imposiciones forzadas como la propiedad privada, la unidad imperialista del Estado, etc., también sobre la mentira del inexistente sentimiento borbónico mayoritario, cuando lo mayoritario era el sentimiento republicano.
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Tras esta imprescindible contextualización, cobra sentido la cita de Lenin porque cuando el militante bolchevique habla de los «embusteros que engañan al pueblo» creando y falsificando la opinión pública en beneficio del capital, parece que se adelanta premonitoriamente al quehacer de la Sexta y del sujeto «denominado periodista» (p.11), apodado “Ferri” –García Ferreras– por el todopoderoso amo Florentino Pérez (p.16) o también su «amo y señor Florentino Pérez» (p.71), para el que realizar «trabajo de censura y propaganda» (p.20) mediante una «estrecha» (p.21) relación desde hace años.
Noel Bandera López nos indica que “Ferri” es una de las personas públicas más representativas de la «supuesta izquierda mediática y política» (p.12) que, lógicamente, se ha dedicado a dar difusión máxima a «figuras clave de las cloacas del Estado como Eduardo Inda y sus afirmaciones falsas, a sabiendas de la falta de veracidad de las mismas» (p.14). El autor analiza en detalle la estrecha relación entre Ferreras e Inda, personaje turbio especialista en la divulgación de mentiras y bulos urdidos por las cloacas policiales y mediáticas para hundir a personas y partidos a los que antes de les había ensalzado: «Recordemos que García Ferreras en público se ha referido a Eduardo Inda en estos términos: “en eso respiramos el mismo oxígeno; le pese a quien le pese y pase lo que pase, voy a estar a su lado; pase lo que pase, es mi amigo» (p.135).
Lenin dice que esas personas mentirosas recurren a « frases bonitas, bellas y falsas hasta la médula» para obtener los fines que persiguen y fortalecer el dominio del capital. La falsedad es consustancial a la ética burguesa del trabajo que tras su dureza aparente oculta trampas, engaños y explotación del trabajo ajeno para engrandecimiento individualista propio a costa de los demás. El autor del libro, Noel Bandera López, explica que «Tener una ética de trabajo duro no quiere decir tener ética en el trabajo» (p. 18) como se confirma al descubrir los métodos trepas e inmorales del «caradura» (p. 19) de “Ferri” para ascender robando los contactos de los móviles de otros compañeros para usarlos y ascender él.
N. Bandera López reproduce una parte de su larga y sincera conversación con Willy Toledo que denuncia cómo Ferreras «por supuesto, traicionó todos los pactos que habíamos hecho durante un mes entero por Whatsapp él y yo, mano a mano, habíamos pactado unas condiciones que luego él traicionó una vez detrás de otra» (pp. 75-76). Más adelante el autor reproduce palabras de otro entrevistado: «Ferreras siempre daba entre miedo y respeto. A mí lo que me daba era mal rollo. Recuerdo que estaba escribiendo una pieza política y, de repente, me fui a por un café a la máquina de abajo. De vuelta, comprobé extrañado que alguien había cambiado una frase de mi texto. Miré el último usuario. Había sido él» (p. 90).
Estamos ante lo más característico de la explotación asalariada a la que luego volveremos: miedo y respeto al patrón, a los jefecillos y encargados, a los capataces que son quienes hacen cumplir las órdenes del jefe y los chivatos que le informan de la mínima resistencia o del más mínimo comentario negativo de los trabajadores. Ferreras, se nos aclara: «Era un experto espía. Las orejas de los jefes. Destruyó a unos cuantos compañeros, ascendió y 45 terminó cumpliendo uno de mis dichos: “Todo lo peor al programa de Ana Pastor”. Allí acabo» (p. 91). Poco más adelante, el autor nos ofrece una clave para entender la facilidad con la que los espías y las orejas de los jefes facilitan la destrucción de quienes no se pliegan y resisten: «En el mundo actual, la comunicación puede traspasar la pantalla de la televisión […] los tertulianos de los grandes medios tienen prohibido criticar algo tan importante y grave como el oligopolio mediático, pues es el que les da ese altavoz a ellos» (p.144).
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Visto lo visto, entendemos plenamente al autor en su buceo crítico e implacable a la podredumbre de la industria de la manipulación psicopolítica de masas en cuestiones decisivas. Por ejemplo, el ascenso artificial y derribo inducido de fuerzas políticas ultra reaccionarias o reformistas, todas ellas funcionales al capital, según los intereses de facciones del poder enfrentadas entre sí. El autor desvela cómo la parte de esa industria bajo la órbita del PSOE aupó a Vox (p. 99) para debilitar a las fuerzas derechistas; aupó a Ciudadanos (p. 123 y ss.) para aumentar la división de las derechas, y también «han promocionado» a los partidos de la «izquierda del Régimen» –Sumar, Podemos, IU, Comuns, Anticapitalistas…–, destacando en este caso «el esclarecedor poder de Ferreras» (p. 127 y ss.), aupándolos como a Vox y Ciudadanos y dejándolos caer o estrellándolos contra el suelo cuando ya habían cumplido su función.
Tenemos el caso de los ataques sistemáticos a Podemos –«un partido tan personalista» (pp. 139 y ss.)– hasta reducirlo prácticamente a un residuo electoral, debacle en la que la hueca y oportunista demagogia pragmática de esta «izquierda» así como sus feroces cuchilladas intestinas por las poltronas, han sido las verdaderas causantes de su bochornosa autoextinción práctica. Una de las justas críticas que hace el autor a Podemos va más allá de la supuesta única responsabilidad de las mafias mediático-policiales para destruirla:
«Si la escasez y la modestia de los logros, junto con la infinidad de renuncias e incluso retrocesos (record de gasto militar cada año, record de beneficios bancarios, record en personas de lista de espera quirúrgica, record de suicidios, record de pobreza infantil en la Unión Europea, etc.) han sido culpa exclusiva del PSOE o más exactamente de la falta de democracia en España, ¿por qué Podemos nunca ha actuado en consecuencia? ¿Por qué ha seguido invistiendo una y otra vez al partido que incumple casi todo de lo firmando con ellos? Si el único argumento es que PP y Vox “serían peores”, estos partidos a la izquierda del PSOE se tornan irrelevantes, pues ese chantaje lo puede hacer el PSOE y de hecho lleva décadas haciéndolo. Y con más facilidad para apelar al “voto útil”» (p.133).
El método de investigación crítica de Noel Bandera López no olvida que las fuerzas políticas y la prensa, se mueven dentro de un horizonte conceptual impuesto por la lógica burguesa del máximo beneficio personal destrozando a todo competidor. Usando una terminología que nos recuerda a la crítica marxista del fetichismo de la mercancía, el autor dice: «En realidad es a lo que continuamente están mirando tanto los partidos políticos como los medios de comunicación, imbuidos de un usualmente hegemónico enfoque competitivo, estratégico, efectista, personalista, basado en el marketing, con una psique hacia lo fanático y lo deportivo, en la identificación emocional, y básicamente se muestra obediente al poder político como una competición entre marcas» (p. 13).
Se dice que «un rasgo de la carrera de Ferreras es su adaptación, vinculación y adoración al poder» (p.27), su obediencia al amo omnipotente (p.22). ¿Adoración a qué poder?: «Al Rojo Vivo es su tertulia paradigmática y su programa más longevo, también conducido por Ferreras. Más de 3.400 episodios desde enero de 2010. Su nombre, Al Rojo Vivo, es de hecho coherente con lo que ha realizado durante estos tres lustros: quemar figurativamente a toda izquierda o “rojo” que pudiera significar un mínimo peligro para el actual Régimen. Antonio García Ferreras tiene una forma de presentar que no destaca por intentar ser neutral sino que toma partido continuamente. Sus programas favorecen al poder, en general, y al PSOE, en particular, entre los partidos políticos. Introduce a muchos más expertos que expertas y los partidos independentistas son los peor tratados. La tertulia de Ferreras impone temas que no se corresponden con los que preocupan a la ciudadanía» (pp. 57-58). El autor cita como ejemplo el sobredimensionamiento por Ferreras de la cuestión catalana para atacar al independentismo mientras que los sondeos de opinión indicaban que existía mucha mayor preocupación social por problemas más graves que apenas se tocaban en sus programas.
El acoso sexual, la violencia y el terror patriarcal, el feminicidio, el derecho al aborto, la tremenda diferencia salarial entre hombres y mujeres, las pensiones y jubilaciones de miseria para las mujeres, la triple explotación, etc., son problemas candentes para la ciudadanía, al menos para la mitad de ella, como mínimo. Veamos algunos datos sobre la marginación de la mujer en Al Rojo Vivo en 2019: «Contando a todos los entrevistados, hubo 236 presencias de hombres por sólo 98 de mujeres, lo cual arroja un 29,3% de mujeres frente a un 70,7% de hombres en Al Rojo Vivo en los meses analizados de 2019. La desigualdad de género se agranda aún más en lo que respecta a determinados expertos: todos los economistas fueron hombres e igualmente todos los que intervienen en calidad de juristas son hombres. Entre los analistas políticos también hay una enorme mayoría de hombres» (p. 69).
También: «Sobre quienes intervienen en Al Rojo Vivo hay que denunciar la escasísima presencia de mujeres en general y de expertas en particular: sólo hubo un 18% de mujeres en las 25 tertulias registradas. Los datos fueron un poco menos desiguales en el caso de Las Mañanas de Cuatro. En la actualidad. La tendencia machista sigue siendo igual o peor en Al Rojo Vivo. El 29 de mayo de 2024 –día que se están redactando estas líneas-, son hombres 10 de las 11 últimas intervenciones de expertos promocionadas en el Twitter de Al Rojo Vivo» (p. 64).
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Otras de las inquietudes que quitan y nos quitan el sueño y arruinan la vida a la inmensa mayoría de la población, especialmente a la mujer trabajadora, a los desempleados, a los pensionistas, a los migrantes, a la juventud empobrecida, etc., es el aumento de la pobreza relativa y de la absoluta en crecientes franjas depauperadas; también les –nos– preocupa el aumento de las represiones, la reducción de derechos y libertades, de los gastos sociales y de los servicios públicos… Noel Bandera López denuncia varias veces este significativo vacío sobre el que no vamos a extendernos ahora. Antes hemos visto cómo es la ética burguesa de Ferreras de robar el esfuerzo ajeno para ascender y enriquecerse él: nos encontramos frente a la teoría marxista de la explotación social, de la explotación del proletariado por la burguesía. Es decir, ante la descarnada 67 lógica del capital que, para sobrevivir, necesita ampliar siempre esa explotación. N. Bandera López, nos descubre la dura realidad asalariada impuesta por “Ferri”: «durante ocho años no tenían comité de empresa porque Ferreras no quería. Por tanto, Ferreras y la Sexta incumplieron la ley durante años, pues eran más de 100 trabajadores y eso implicaba la creación de un comité de empresa. La mitad de la redacción eran falsos autónomos» (pp. 90-91).
Inmediatamente después se dan datos sobre salarios de trabajadores: «357 euros al mes, 40 horas a la semana», otros trabajadores cobraban 700 euros al mes. Pero había tertulianos, como Nativel Preciado, que cobraban 25 veces más que estos últimos (p. 91). El pésimo trato dado a los y las trabajadoras de la Sexta y de Al Rojo Vivo se extiende al programa Newtral dirigido por Ana Pastor: «Newtral tampoco es un ejemplo a seguir: ha sido noticia varias veces que su trato a los jóvenes, aprovechando la gran precariedad y paro que sufre ese grupo en España (país con el mayor paro juvenil de la Unión Europea desde hace años). Por un lado, con ofertas de trabajo con sueldos ridículos, como 300 euros al mes por media jornada en el año 2021, algo denunciado por cuentas como la de Fonsi Loiza, o la realización de prácticas no pagadas y otras que podrían serlo. Y, por otro lado, aprovechando su fama para desarrollar un máster en colaboración con una universidad privada católica» (p. 154).
Se habla de un precio de 12.500 euros, dinero que se da por bien gastado porque el máster dice que tiene convenios con nada menos que 12.000 empresas entre las que destacan grandes bancos, corporaciones y medios de prensa tan reaccionarios como El Mundo (p.155). Es muy esclarecedora la referencia que hace el autor a las conclusiones del estudio realizado por Follower Audit. en junio de 2023 sobre la cuenta de Ana Pastor en Twitter: «sólo un 45,9% de sus seguidores están activos, mientras que el 29,7% estaban inactivos y el 24,4% restante fueron considerados fake o falsos […] los datos de Pastor son inusualmente altos. Así por ejemplo, le daban un 75,62% de seguidores reales, muy por debajo del 92,93% que marcaba la media mundial» (p.159).
De inmediato surge la duda: ¿manipulación para aparentar más de lo que se es teniendo en cuenta la muy baja audiencia de sus programas como nos aclara el autor? (pp. 147 y ss.). Sea lo que fuere, N. Bandera López, sentencia: «Entre marzo de 2021 y noviembre de 2024, Ana Pastor ha bajado unos 127.000 seguidores, una muestra más del descrédito de quien presume de objetividad» (p. 159).
Como hemos dicho, el autor se basa en Marx: «Las cifras de desempleo y precariedad entre los periodistas llegan a ser unas de las más altas entre todas las profesiones. La razón principal es que el Sistema sabe que el ámbito comunicativo es clave, y más en sociedades con tanto peso mediático, y, como practican y buscan una sociedad tan antidemocrática, no toleran la independencia de los profesionales ni de los medios, que cada vez se concentran en menos manos. Para lograr su férreo control de los grandes medios, las tácticas van desde fomentar la endogamia –con muy pocas voces siendo difundidas e intercambiándose entre unos medios y otros- a pagar millonadas astronómicas a las estrellas del oligopolio mientras se empobrecen las condiciones laborales de la mayoría de los trabajadores, periodistas, freelance, personas en prácticas, equipos de limpieza, cámaras, etc. En términos marxistas, el sistema necesita de un ejército de reserva de profesionales de la comunicación para garantizar el poder sobre éstos (pp. 111-112).
Pero en lo que concierne al aumento de la explotación y del empobrecimiento de la clase trabajadora, una especie de «marca de agua», salvando todas las distancias, identifica a tres antiguos participantes en Al Rojo Vivo en la defensa a ultranza de los duros recortes sociales del PP y del PSOE, según explica el autor. Jesús Maraña, Antonio Maestre y Yolanda Díaz «comparten al menos tres cosas: lo bien que tratan al PSOE, los muchos años que han estado en programas de Ferreras y haber propagado el gravísimo bulo de que la reforma laboral del PP no se puede derogar. Si se permitieron mentira tan gruesa y elemental es porque en los grandes medios nadie lo refutó y todos estaban en el ajo: en mantener la lesiva norma del PP» (pp. 114 y ss.).
N. Bandera López tiene razón en llamar bulo a decir que no puede derogarse la ultra reaccionaria reforma laboral de PP -«partido podrido»– dirigido por Rajoy en 2012, que endurecía la ya antiobrera de Zapatero en 2010. Las izquierdas revolucionarias empezaron entonces a combatir las dos reformas, hablando en plural. El autor sostiene que «Importan estas últimas palabras: reformas laborales, en plural, pues por entonces la izquierda institucional aún tenía como objetivo derogar también la lesiva reforma laboral de Zapatero. En el Gobierno no volvieron a mencionar siquiera, todo el poquísimo esfuerzo de puertas afuera se puso en maquillar únicamente la reforma laboral del PP. Y de puertas adentro en presionar a partidos como EH Bildu, ERC y BNG para que votasen a favor de la reforma laboral pactada con la gran patronal sin ni siquiera cambiarle una letra en su paso por las Cortes, exigencia de la CEOE compartida por la ultraderecha de Ciudadanos –y que, por tanto, acabó aprobando la reforma del Gobierno, junto a otros partidos conservadores y reaccionarios» (pp. 116-117).
Y para terminar por mi parte, no sin pena: «No es sólo en Estados Unidos. En la colonia francesa de Kanaky, conocida por el nombre colono de Nueva Caledonia, el gobierno francés ha prohibido Tiktok con el fin de paralizar las protestas que el pueblo indígena está llevando contra sus antidemocráticas reformas. […] Que abiertamente en Occidente se esté llevando, a ojos de todo el mundo, una censura contra el clamor popular de la mayoría no es casual. Para censurar los medios vascos, utilizaban la excusa de que todo es ETA para garantizar el apoyo social de tales antidemocráticas medidas en el Estado español que no en el País Vasco-. Para la censura de los medios rusos, se argumentó durante años sobre el peligroso papel de la desinformación rusa, haciendo posible la censura de canales sin mayor problema social […] Con Tiktok, puesto que, como popularizó Gramsci, la verdad es siempre revolucionaria, no les está dando tiempo a paralizar la adquisición de conciencia de la juventud estadounidense sobre el imperialismo, Y esto es muy importante porque, en nuestra condición de estados vasallos a los intereses de las oligarquías y capital estadounidense, los cambios que ahí se dan afectan enormemente en el resto de Occidente» (p.163).
Y una pregunta inocente: ¿ya que hablamos de “estados vasallos” podemos y debemos calificar de vasallos en el pleno sentido de la palabra a muchos de quienes día a día se someten dócil y humillantemente a los dictados personalistas de Ferreras? Muy pocos programas he visto con tanto vasallaje.
EUSKAL HERRIA 21 de octubre de 2025. 8
