Introducción
Cualquiera que siga las noticias tras los pasos de huracanes por Cuba, así como otros fenómenos naturales, se dará perfecta cuenta que a las personas se les trata como lo que son. Rápidamente, lxs damnificadxs son atendidxs como se merecen. Nadie queda desamparadx.
Y es que Cuba es un país socialista, donde la barbarie queda a siglos luz, no como en los países capitalistas, sobre todo si éstos pertenecen al llamado Tercer Mundo. Un ejemplo muy claro lo estamos observando durante estos días, tras los pasos de los huracanes Eta e Iota por varios países de América; entre ellos Honduras.
En esta nación centroamericana, donde el capitalismo tiene a la mayoría de la población sumida en la más absoluta pobreza, los fenómenos naturales mencionados dejaron sin vivienda a muchísimas familias. Hoy, totalmente desamparados por el ilegítimo Gobierno capitalista y pro yanqui, no son pocas las personas que viven debajo de puentes.
Ejemplo claro de capitalismo en estado puro.
La noticia
Ante el hacinamiento en los albergues para personas cuyas casas fueron inundadas o dañadas por los huracanes Eta e Iota, miles de damnificados en Honduras se han refugiado bajo pasos elevados o puentes.
Según la Cruz Roja Internacional, 4,2 millones de personas fueron afectadas por ambos huracanes consecutivos de categoría 4 en Honduras, Nicaragua y Guatemala. Cientos de miles se encuentran en albergues o campamentos informales en toda la región.
Sin embargo, en ninguna otra parte las víctimas desalojadas han aumentado tanto como en San Pedro Sula, ciudad del norte de Honduras, donde algunos vecindarios continúan anegados. Los damnificados temen que cuando se les permita regresar no encuentren nada.
Orlando Antonio Linares supervisa un albergue municipal en una escuela en San Pedro Sula, donde se han refugiado casi 500 víctimas de los huracanes. Existen unos 84 albergues en toda la ciudad que prestan servicio hasta a 100.000 personas.
“Todo lo que hay es insuficiente”, declaró Linares en referencia al agua, alimentos y medicinas. “Insuficiente porque la necesidad después de estos dos huracanes ha sido muy evidente”.
La situación también refleja la dificultad de albergar a víctimas de desastres naturales en medio de la pandemia de coronavirus. No hay espacio para el distanciamiento social en la escuela y pocas personas llevan mascarillas.
“Estamos trabajando contra el COVID”, agregó Linares, quien subrayó que “se les da los insumos (las mascarillas) y de repente no los usan… Tenemos que educar” a la población.
Por el momento, las personas desalojadas están más preocupadas de conseguir sus insumos básicos y temen lo que encontrarán cuando regresen a sus casas.
La pareja de Rebeca Díaz y José Alberto Murillo y sus cinco hijos han permanecido alrededor de dos semanas en el albergue debido a la inundación de su vecindario tras el paso de Eta y después Iota.
“Ya van como 15 días de estar aquí nosotros durmiendo en el piso”, afirmó Murillo. “Estamos olvidados”.
Díaz está más preocupado de su casa que del coronavirus. Agregó que necesita láminas para el techo de su casa.
“Yo no tengo cómo levantar una casa”, sostuvo.
La ama de casa Irma Sarmiento expresó una preocupación similar. Su casa en el vecindario Colonia Nuevo San Juan continúa inundada.
“Siento un futuro incierto, que ya no tenemos nada”, dijo Sarmiento. “Toda una vida para quedar sin nada. ¿Qué nos espera allá? Nada”.
Sin embargo, hay quienes están peor. El exobrero de maquiladora Jarlin Antonio Lorenzo dijo que le fue imposible encontrar lugar en un albergue. Él y cerca de 500 personas más han acampado bajo un paso elevado en las afueras de la ciudad.
“Sin baños, la gente va al cerro a hacer sus necesidades”, indicó. “Aquí la gente está muriendo de hambre… Los albergues están llenos”.