De momento la alarma es sobre todo mediática. A tenor de lo que puede leerse en dos periódicos de referencia en Francia: Les Echos y Le Monde.
Así, según Les Echos, las ventas de automóviles nuevos cayeron en el país vecino en torno al 8 % en julio en tasa anual. Concretamente las ventas del Grupo Stellantis -que reúne a las marcas Peugeot, Citroën, DS y Opel- cayeron de nuevo en julio, alcanzando un descenso del 8,73 % en el año. Por su parte, el grupo Renault disminuyó un 7,68 % en comparación con julio de 2024.
Pero especialmente grave sería la situación que vive Tesla. Las ventas en Francia del fabricante estadounidense que dirige Elon Musk han caído en más del 26 %, hasta el punto de que el diario económico de referencia francés habla de “debacle”. Lo cual es, si cabe, más llamativo, ya que sería una debacle dentro del propio sector del automóvil eléctrico, que está en alza. Solo hay que ver lo que se expresa en el editorial del 1 de agosto de Le Monde.
Efectivamente, por su lado, Le Monde habla de que la crisis del automóvil en Francia y, en general, en Europa es estructural, lo que amenaza a millones de empleos. Argumenta que, “al favorecer la rentabilidad a corto plazo, los fabricantes europeos han tomado un retraso considerable en la transición al eléctrico y hoy sufren el aumento de la competencia china agravado por las tasas aduaneras impuestas por Donald Trump.”
Le Monde critica que los fabricantes europeos se limiten a cuestionar la decisión de la Unión Europea de prohibir la venta de automóviles con motor térmico en 2035, pidiendo que se alargue el plazo. Ve en esa demanda de aplazamiento un cortoplacismo que no conducirá a nada. Porque, según el periódico, mientras han perdido más de quince años para prepararse para la transición al vehículo eléctrico, la industria china se ha convertido en el líder mundial indiscutible en este tipo de vehículo llegando a tomar una delantera tecnológica decisiva con respecto a los occidentales: “los chinos apostaron por la producción en masa, con modelos asequibles, lo que les permite tener costos de producción inmejorables y una innovación de eficiencia formidable.”
Para Le Monde, las peticiones de los fabricantes europeos de retrasar los plazos para acabar con los vehículos de gasolina y diésel lo único que van a conseguir es ampliar aún más la brecha con la competencia china. Y culmina diciendo que los chinos “no van a dejar de innovar porque los europeos decidan prolongar la tecnología térmica atrasando el final de su vida», por lo que «el discurso de los fabricantes europeos solo agrava el punto muerto en el que se encuentra el sector del automóvil.”