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España crece, los sueldos no: la paradoja del cohete económico

in Estado Español
España crece, los sueldos no: la paradoja del cohete económico

La economía española “va como un cohete” presumía el presidente Pedro Sánchez a la luz de los datos macroeconómicos que sitúan a España a la cabeza del crecimiento del PIB en comparación con el resto de países de la Unión Europea.

Es cierto, el PIB avanza, el empleo crece y los informes oficiales dibujan un panorama de éxito macroeconómico pero cuando se desciende del discurso político a la realidad cotidiana, el relato se derrumba: desde 2021, los salarios reales han caído y, desde 1994, apenas han subido un 2,7%. Para entender esta contradicción, conviene distinguir entre salario nominal y salario real. El primero es la cantidad que figura en la nómina; el segundo, lo que ese dinero realmente puede comprar, teniendo en cuenta la inflación. Si los precios suben más rápido que los sueldos, el salario nominal puede aumentar, pero el real disminuye. Es decir, aunque cobres más, tu dinero vale menos. Esa es exactamente la situación que atraviesan millones de trabajadores españoles desde hace años, que desde 2021 sufren una inflación acumulada de más del 21%.

El contraste entre el dinamismo de la economía y la precariedad del bolsillo medio evidencia un problema estructural: el crecimiento español no se traduce en bienestar. Los salarios nominales han aumentado, sí, pero lo han hecho siempre por detrás de la inflación. El resultado es un espejismo estadístico: el PIB sube, pero la capacidad real de compra de los ciudadanos se hunde.

El Gobierno celebra un país que «crece como un cohete», pero ese cohete deja atrás a la mayoría. Mientras la productividad se estanca y la inflación erosiona el valor del dinero, el modelo económico se apoya en la creación de empleo de bajo valor añadido, dependiente de sectores como los servicios o la hostelería y la mano de obra inmigrante. Es un crecimiento de volumen, no de calidad.

Detrás de los números brillantes hay una verdad incómoda: España produce más, pero reparte peor. Las empresas han recuperado márgenes, el Estado ha visto aumentar su recaudación fiscal, y sin embargo los trabajadores ven cómo sus ingresos valen menos que hace tres décadas.

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