“El nacionalismo se sobrepuso por completo a la lucha social”
Atrás quedaron los convulsos años vividos en Euskal Herria a partir de la década de los 60. Más allá de los árboles de innumerables ramificaciones que nos muestran las diversas divisiones políticas, nos suele ser difícil entender el devenir de la lucha llevada a cabo en aquellos años, lo que nos es indispensable si queremos aprender de los aciertos y errores cometidos.
En este número hemos querido recoger el testimonio del militante histórico y escritor vasco Emilio Lopez Adan Beltza (1946, Gasteiz). Lopez Adan comenzó a militar en la organización Euskadi Ta Askatasuna (ETA) en 1964 y en las últimas décadas ha desarrollado diversos trabajos sobre la lucha armada, el nacionalismo y la lucha de clases en Euskal Herria.
¿En qué contexto empezaste a militar y cuál ha sido tu trayectoria?
Durante mi juventud, mi familia me inculcó el pensamiento abertzale y libertario, y a comienzos de la década de los 60 empecé a tener mis primeros contactos con los grupos abertzales de Araba, —los únicos que realmente estaban organizados entonces—. En 1964 decidí integrarme en ETA, puesto que en aquel momento era la mayor defensora del abertzalismo. Durante aquellos años, ETA era una organización bastante abierta, y recibía diversas influencias ideológicas desde su base social.
Tres años después, tuvimos la V Asamblea. Aquel proceso, desde mi punto de vista, fue bastante democrático. Ese año fui elegido miembro del Biltzar Ttipia (BT), así que dejé los estudios de medicina y pasé a la clandestinidad. El BT creó el llamado Comité Ejecutivo Táctico (KET), en el que participamos, entre otros, Txabi Etxebarrieta, Jose Maria Eskubi, Edur Arregi y yo. Tras el exilio de varios miembros del BT, el KET tomó la dirección de la organización por completo. Sin embargo, en 1968 tuve que marchar al exilio y seguí militando como herrialde-buru de Iparralde, hasta que tuve que exiliarme en Bélgica.
En 1970 tuvo lugar la conocida VI Asamblea de ETA, en la que la organización se dividió en dos principales fracciones, entre los que priorizaban hacer la revolución a nivel estatal, y los que apostaban por la autonomía estratégica de los vascos. Yo me posicioné con esa última opción, a favor del grupo que pasaría a denominarse como ETA-V. Nuestra tendencia era minoritaria en aquel momento, y entre nosotros teníamos muchos nacionalistas rematados, para quienes la estrategia estatalista de ETA-VI, era una estrategia puramente españolista. Yo no compartía esa concepción, pero me parecía que, dada la fuerza que tenía el abertzalismo en Euskal Herria, necesitábamos hacer una revolución propia en nuestro país, con una vía estratégica propia. Fueron tiempos muy duros, los más duros de mi vida. Recibimos monumentales sacudidas personales e ideológicas, incluso de parte de los procesados de Burgos, los cuales, al principio, estaban bajo la disciplina de ETA-VI.
A pesar de que en ETA-V la tendencia puramente nacionalista era mayoritaria, varios miembros reivindicasteis lo que denominasteis como nacionalismo revolucionario…
La dirección de ETA-V claramente estaba en manos de los milis. No obstante, pronto se unieron a la organización varios jóvenes socialistas y revolucionarios, gente de gran valor, entre ellos Eduardo Moreno Bergaretxe Pertur. Aquella nueva generación participó activamente en la redacción de la revista Hautsi; para entonces, en ese grupo yo era el más viejo. A decir verdad, la dirección mili actuó con gran permisibilidad hacia nosotros. Por mi parte, durante mi estancia en Bélgica, recibí una importante influencia de parte de Federico Krutwig, pero también tuve la oportunidad de profundizar en el comunismo libertario.
Sin embargo, en 1974 gran parte del llamado Frente Obrero de ETA-V se escindió de la organización, entre ellos yo, para crear el partido LAIA. Meses más tarde se daría también la ruptura entre los polimilis y los milis. Los miembros de LAIA considerábamos que la influencia pequeño burguesa – EGI-Batasuna, los cabras, el monzonismo – se había impuesto definitivamente en ETA, rechazando así la prioridad de conectar con el desarrollo de las masas. Los militantes de LAIA, mayormente, eran partidarios del marxismo consejista, es decir, de la autoorganización obrera.
Sin embargo, en 1976, a causa del desacuerdo interno respecto a la alternativa táctica KAS, LAIA se dividió en dos, entre los partidarios de aquella —LAIA (bai)— y los detractores —LAIA (ez)—. Yo fui con estos últimos, los cuales participarían en la creación de los Comandos Autónomos Anticapitalistas.
Finalmente, entorno al 84, la lucha autónoma entró en declive debido a la baja participación de las masas, la dura represión y la ofensiva político-moral contra los autónomos llevada a cabo por la propia ETA. En mi opinión, fue en aquel momento el fin de la autoorganización revolucionaria de los trabajadores en Euskal Herria.
A partir de entonces, he seguido ejerciendo como ginecólogo en Iparralde y también como escritor. Además de abundantes trabajos periodísticos, he escrito varios libros sobre la historia del nacionalismo vasco y la lucha de clases, y sobre la violencia política en Euskal Herria.
Para profundizar en la relación entre el nacionalismo y la lucha de clases en Euskal Herria, ¿qué aspectos destacarías del ciclo de lucha que se extendió durante 1967 y 2011?
Destacaría que el nacionalismo se sobrepuso por completo a la lucha social.
Dentro de ETA-V, en aquel momento concreto, concluimos que el problema social y el nacional debían ir de la mano. De hecho, según nuestros análisis, sólo el proletariado vasco reunía las condiciones para dar salida a la cuestión nacional, ya que la oligarquía vasca no sólo era españolista, sino que servía de apoyo del franquismo; por su parte, la burguesía nacional vasca —vinculada al PNV— era reformista tanto desde el punto de vista nacional como del social. El proletariado vasco se encontraba en un momento especial; en plena fase de industrialización, se produjo una gran proletarización de las masas, y a la vez, grandes olas de inmigración arribaron a nuestras ciudades. Por ello, llegamos a la conclusión de que era imprescindible dar una perspectiva revolucionaria a la cuestión nacional, y así surgió la denominación del Pueblo Trabajador Vasco (PTV). Esto, en un principio, dio mucha fuerza y coherencia a nuestro discurso. Además, a nivel internacional comenzaron a aumentar las luchas armadas contra el colonialismo y el imperialismo, que además de estar fuertemente influenciadas por el maoismo y el marxismo-leninismo, tenían un fuerte contenido nacional. Aquella lucha anticolonialista tuvo una notable repercusión en nuestro país.
«Sólo el proletariado vasco reunía las condiciones para dar salida a la cuestión nacional»
Sin embargo, aquella perspectiva que unía la cuestión social con la nacional no perduró mucho, ¿verdad?
El problema es que la unión entre estas dos líneas de lucha —la social y la nacional— no era más que una construcción intelectual que nos sirvió en aquel preciso momento.
Al cabo de unos años, las contradicciones entre la cuestión nacional y la social fueron acentuándose, hasta que se dio la ruptura de aquella construcción intelectual. Por otra parte, con la intención de superar las imposibilidades para encender la insurrección, ETA pasó, bajo la dirección de Argala, al modelo de la negociación y de la organización dirigente. Este cambio dio lugar al nacimiento de la Alternativa KAS en 1976, en la que claramente se impuso el contenido nacional al social. Dado su carácter táctico, podríamos decir que la Alternativa KAS era un programa reformista, de contenido social difuso. Se abandonó la revolución social, por la negociación del estatuto de autonomía y el derecho de autodeterminación. A partir de ese momento, cada adaptación estratégica que efectúe ETA, fortalecerá aún más la tendencia reformista y nacionalista. Ejemplo de ello es que, de los cinco puntos iniciales de KAS, se pasó en 1995 a la Alternativa Democrática centrada en dos puntos: la autodeterminación y la aceptación de la territorialidad vasca.
«Se abandonó la revolución social, por la negociación del estatuto de autonomía y el derecho de autodeterminación»
Así, la actividad armada de ETA (m) —posteriormente, ETA a secas—, fue encauzada casi exclusivamente al logro de esos mínimos en lugar de responder a las necesidades directas de los trabajadores o a los conflictos de clase. Sin embargo, estos últimos aspectos los desarrollarían bastante más los polimilis y los autónomos.
ETA, a través de la teoría de la acumulación de fuerzas, asumió una función de interlocutor par a par con el Estado, sustituyendo el protagonismo del pueblo por el protagonismo de la organización y, especialmente, basándose en un contenido puramente nacionalista. Claro, con este contenido nacionalista ¿quién se encuentra más cómodo? Los pequeño burgueses, por supuesto; la burguesía nacional vasca.
Pero, como aun así era imprescindible mantener cerca la base social revolucionaria, se hicieron varios ensayos teóricos para cubrir la lucha nacional de vestimenta revolucionaria y, de esta manera, mucha gente creyó que entrando en las organizaciones de la izquierda abertzale hacía la revolución socialista. Debido ha esto, se han producido graves desviaciones teóricas; por ejemplo, en la época del anticolonialismo se consideraba que el simple impulso del nacionalismo en pro de las naciones oprimidas, por sí mismo, era una iniciativa revolucionaria, creyendo que aquella posición era la más eficaz contra el enemigo imperialista. Pero, defender una posición puramente nacionalista, no tiene nada que ver con hacer revolución social. En Euskal Herria se ha extendido mucho esta concepción de que, cuanto más vasco seas, más revolucionario serás. Y eso no es así. El vasco será revolucionario sólo si asume los principios revolucionarios universales.
«En Euskal Herria se ha extendido mucho esta concepción de que, cuanto más vasco seas, más revolucionario serás. Y eso no es así. El vasco será revolucionario sólo si asume los principios revolucionarios universales»
¿Dentro de la izquierda abertzale, cuáles eran las hipótesis principales en relación con la estrategia a seguir en el proceso de liberación?
Los autónomos no afirmaban que la revolución socialista ocurriría inevitablemente, pero no negaban la posibilidad y, en consecuencia, no estaban dispuestos a apoyar un programa táctico asumible por la democracia burguesa. Sin embargo, hay que admitir que no existía una unidad organizativa ni estratégica por parte de los autónomos. Además, a menudo, las relaciones de algunos grupos resultaron bastante enturbiadas.
Por su parte, para los milis estaba claro que el nuevo régimen democrático burgués era una mera continuación de la dictadura militar franquista, visión que apoyaron, más o menos, hasta la época de la Alternativa Democrática. Descartaron la insurrección y tomaron la vía de la negociación. ¿Por qué tomaron ese camino? Sencillamente porque pensaron que no había condiciones objetivas ni subjetivas para hacer la revolución: los demás territorios del Estado no estaban al nivel combativo de Euskal Herria e, incluso en nuestro país, la sociedad estaba cayendo poco a poco en la comodidad. De manera que la negociación de un contenido reformista se convirtió en el objetivo. En este nuevo planteamiento ya no era necesario que el pueblo tomara el protagonismo, bastaba con que la organización asumiera la dirección. Pero ese no era el planteamiento mantenido por ETA hasta el momento, ya que esta históricamente se autodefinía como una organización al servicio del pueblo, de forma absolutamente explícita.
Entre los polimilis la actitud era bastante diferente. Según los análisis de Pertur y sus compañeros, la lucha armada debía operar bajo una dirección política —invirtiendo el esquema de los milis— y la lucha armada debía servir para acrecentar las contradicciones del Estado. Según sus análisis, no existían posibilidades de hacer la revolución a nivel estatal; no obstante, pensaban que, golpeando a los sectores más reaccionarios del Estado, sería posible forzar a la burguesía progresista a unirse a la lucha del proletariado revolucionario. Al fin y al cabo, pretendían crear condiciones y cambiar las correlaciones de fuerzas para hacer la revolución. De conseguirlo, creían que podrían existir posibilidades de que la lucha militar pasara a segundo plano, en beneficio de la lucha política. Esta era la hipótesis inicial de los polimilis; luego, lo que haría Euskadiko Ezkerra, es otra cosa, y no debe confundirse con los planteamientos de Pertur y sus compañeros.
No obstante, las cosas cambiarían bastante durante la década de los 80…
Sí, todo esto se reventó entorno al 1982, pero reventó de verdad. Cuando el Tejerazo falló (o tal vez no falló, y trajo lo que debía traer…) ocurrieron dos cosas: por un lado, se instauró un sistema corrupto y de continuación franquista en torno a la Constitución del 78, bajo el liderazgo del PSOE; y, por otro lado, se consolido el carácter autoritario y antirrevolucionario de las democracias europeas. Estos acontecimientos quebrantaron las opciones revolucionarias y dejaron la práctica de la lucha armada fuera de lugar en Europa. Fue en esta década cuando se disolverían las dos ramas de los polimilis —séptima (1982) y octava (1986)— y los CAA (entorno al 1984). ETA militar, en cambio, muy fortalecida por aquel momento, decidió seguir activa, decidida a forzar al Estado a negociar.
¿Qué balance haces, a día de hoy, de las tendencias mencionadas?
Para hacer el balance es imprescindible tener en cuenta qué se veía como una oportunidad en el momento, qué capacidades había y cuál era el pensamiento de la época. Las elecciones estratégicas que tomó ETA (m), las tomó en un momento en el que militarmente y logísticamente estaba muy fuerte. Tenía gente muy entrenada y contaba con un gran apoyo social. Así se entiende que eligiera proseguir con la lucha armada, mientras las demás organizaciones se deshicieron. Al fin y al cabo, en aquella época había posibilidades racionales para pensar que era posible conseguir la amnistía alcanzada anteriormente por los polimilis, con mayor dignidad, y junto con los cinco puntos de la Alternativa KAS. Este camino fue el que condujo a las conversaciones de Argel en 1989.
«En aquella época había posibilidades racionales para pensar que era posible conseguir la amnistía alcanzada anteriormente por los polimilis, con mayor dignidad, y junto con los cinco puntos de la Alternativa KAS»
Se podría decir que la ruptura de estas conversaciones y la época de Oldartzen —la extensión de los objetivos de las acciones armadas— alejó a la erakunde de las masas. Con el objetivo de forzar al Estado a negociar, ETA ha utilizado tácticas terroristas golpeando objetivos civiles. Esto le produjo unos daños terribles en cuanto al apoyo popular de las masas.
No se podía saber lo que pasaría, pero yo creo que la de Argelia fue la mejor oportunidad para acabar dignamente con la lucha armada, y eso mismo pensaban multitud de personas dentro de la izquierda abertzale. Sin embargo, para unas cuantas personas, el final de la estrategia político-militar era el momento idóneo para colocar la lucha institucional en el pico de lanza.
Entonces se pasó de la insurrección al reformismo…
No hay que olvidar que, al igual que hicieron los milis anteriormente, con la creación de Herri Batasuna, se priorizó ante todo la unión de los abertzales radicales. Desde la izquierda abertzale se ha expulsado a mucha gente por españolista, pero no se ha echado a nadie por no ser socialista o comunista. Así se entiende como tomó tanta fuerza el monzonismo dentro de la nueva formación abertzale, y la falta de crítica sobre el mismo. Sin embargo, esto no quita que no hubiera gente de gran valor dentro de esta tendencia.
«Desde la izquierda abertzale se ha expulsado a mucha gente por españolista, pero no se ha echado a nadie por no ser socialista o comunista»
Por medio de HB, los abertzales radicales obtuvieron opciones y posibilidades muy ventajosas para impulsar la reforma, en las cuales tenían la esperanza de profundizar. Aunque HB no participó en las primeras elecciones, no fue porque no creyera en la democracia representativa, sino porque no había garantías democráticas suficientes —amnistía, legalidad de los partidos, etc—. Al fin y al cabo, estas personas creían sinceramente que desde las instituciones era posible hacer mucho más por la causa vasca y la autodeterminación, y veían claramente que vinculando la lucha institucional a la lucha armada y al movimiento popular se podían obtener mejores resultados. Esta concepción, por ejemplo, se condensó en la lucha contra la autopista de Leitzaran. Este enfoque está estrechamente relacionado con la democracia formal y las prácticas alejadas de la lucha de clases y parece que, una vez desaparecida la lucha armada, este sigue siendo el credo.
¿Frente a ello, cuál fue la postura defendida por la organización armada?
Desde la erakunde pensaban que la lucha armada debía ser el vértice del movimiento, organizando el movimiento de masas en torno a ella, y situando la lucha institucional en la cola. Pero quienes querían aprovechar el potencial electoralista de HB de forma realista —en las instituciones—, claro está, tiraron fuertemente hacia su lado. Esta gente siempre ha estado en la izquierda abertzale; han tenido un fuerte compromiso y han sufrido una dura represión. Sobre todo este sector sufrió golpes muy duros al romperse las conversaciones de Lizarra-Garazi y las de Loiola-Ginebra, tanto de parte del Estado, como de la misma ETA. Tras este último intento, y con el fin de frenar el desastre acarreado por Oldartzen, fue este grupo de la antigua HB el que tomó la decisión de dar la vuelta a la situación; precisamente el mismo grupo que fue el protagonista de la postura socialdemócrata en el seno de la izquierda abertzale.
Y, sin embargo, este cambio se dio sin romper con la base militante, ya que, a causa de la represión, la izquierda abertzale se convirtió en una comunidad estrechamente unida, y con una rigurosa disciplina y admiración hacia los responsables políticos, la cual fue sembrada durante treinta años de lucha. Por ello, es natural que hayan sido las nuevas generaciones las que han acarreado el cambio crítico.
¿En tu opinión, qué ha supuesto que la línea socialdemócrata se impusiera en la izquierda abertzale?
En cuanto a la historia de la socialdemocracia, hay que tener en cuenta que los socialdemócratas no han sido unos infiltrados, sino unos socialistas revolucionarios que han tenido una evolución. Ellos piensan que lo mejor para el beneficio del pueblo es ganar la hegemonía en las instituciones; es decir, que es posible llegar al socialismo mediante reformas sociales, y que no sólo deben ser representantes de la clase trabajadora, sino de todo el pueblo merecedor de libertad. Esto abre la puerta al interclasismo, y a la aceptación de la democracia representativa en detrimento de la democracia directa.
Las evoluciones personales, por supuesto, han sido diferentes, pero, en general, ¿qué es lo que ocurre con la línea socialdemócrata? Pues que, al final, termina por identificarse con el orden y el poder, y desde un punto en adelante, abre las puertas a la represión contra las “quimeras” revolucionarias que entorpezcan la vía socialdemócrata. Y esto ocurrió desde el primer momento en que la socialdemocracia llegó al poder, ¿Cómo murieron sino Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht?
Desde finales de siglo, no obstante, la socialdemocracia seguirá la tendencia del mitterrandismo francés y/o del blairismo inglés, reconociendo al capitalismo toda la legitimidad para dirigir la economía y convertirse en su servidor en el Estado. Si esta evolución se ha producido en todo el mundo, ¿cómo se puede creer que en Euskal Herria será diferente? Es decir, ¿cómo se puede creer que los vascos desde las instituciones y sin una confrontación clara con el capitalismo, haremos la revolución? Lo que ha pasado en todas partes, aquí también pasará, y la vasquidad no nos inmuniza contra eso.
Aunque no niego que estas personas no hayan emprendido este camino pensando que es lo más favorable para el pueblo.
Asimismo, te has mostrado crítico con las tendencias supuestamente pacifistas, y con el tratamiento hacia los presos políticos.
Sí, y podemos vincular el pacifismo con la socialdemocracia, así como con la condena de la lucha armada. En pocos años, de una estrategia político-militar, hemos pasado a la deslegitimación de todas las violencias políticas. Sin embargo, no se debieran equiparar la violencia mediante armas sofisticadas y la violencia callejera. Si el pacifismo niega la legitimidad para protegerse de cualquier injusticia, está abriendo la puerta a la represión indiscriminada. Podría ser aún más grave si esos supuestos pacifistas aíslan a los nuevos jarraitxus y los dejan en manos de fuerzas represivas, mientras sostienen con sus votos gobiernos socialdemócratas autoritarios. Yo creo que hoy hay mucha gente honrada, la cual incluso ha luchado durante décadas y que ha sufrido una severa represión, con graves problemas de conciencia. Pero los nuevos socialdemócratas que no han conocido el pasado ciclo de lucha y la represión, sólo conocerán la situación actual y darán pasos más fácilmente hacia posiciones autoritarias.
En ese sentido, para encajar el pacifismo con el tema de los presos políticos, pienso que se ha dado una victimización de los presos, es decir, que a los presos se les ha negado su carácter político y, por tanto, su dignidad. No obstante, todas las personas que han militado en ETA y en los movimientos que la rodean han luchado por la libertad: los gudaris son gudaris, y punto. Por eso, con todos y cada uno de los presos, incluso con el último dirigente que he criticado, por solidaridad, defenderé la amnistía.
Acabas de publicar el trabajo La lucha armada en Euskadi 1967-2011, basado en la investigación de todas las acciones armadas que han tenido lugar en Euskal Herria durante 40 años. ¿Cuál es el objetivo de este trabajo?
Me pareció necesario hacer una crónica de nuestra lucha armada, basada en hechos, libre de las mistificaciones y de las falacias de las versiones oficiales: lucha armada-acciones armadas; las que hemos hecho nosotros, y las que nos han hecho a nosotros. Por lo tanto, he investigado cada una de las acciones, recogiendo en cada una de ellas lo siguiente: qué pasó, qué se dijo en el momento (documentos, prensa), qué opinión se ha dado en las investigaciones y, por último, qué dicen los protagonistas en la actualidad en sus memorias. Tras este apartado documental, y tratando de hacer una aportación a la lucha del día de mañana, hago una reflexión sobre los problemas tanto estratégicos, como éticos de cada acción. En este sentido, veremos en múltiples ocasiones cómo los errores éticos (cuando las acciones han golpeado a los civiles, por ejemplo) derivan en grandes errores estratégicos. Toda crítica y reflexión en este trabajo tiene como objetivo hacer comprender mejor el sentido de la lucha que llevamos a cabo, y aprender de aquellas experiencias; todo esto, por supuesto, sin alimentar en absoluto la visión represiva.
Sea como sea, los militantes que hemos practicado la lucha armada en Euskal Herria siempre hemos tenido como objetivo la libertad, tanto nacional como social, y por ello, todos los gudaris merecen un lugar en la historia de la lucha por la libertad del mundo.
«Todos los gudaris merecen un lugar en la historia de la lucha por la libertad del mundo»
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“Nazionalismoak gaina hartu zion erabat borroka sozialari”
Garai nahasiak izan ziren 1960ko hamarkadaz geroztik Euskal Herrian bizi izan zirenak. Zatiketa politikoek islatzen dituzten adarkatze ugariko zuhaitzez harago, zaila zaigu euskal nazio eta klase borrokaren bilakabidea ulertzea, eta are gehiago, jasandako porrotetatik irakaspenak erauztea.
Ale honetan, Emilio Lopez Adan Beltza (1946, Gasteiz) euskal militante historikoaren lekukotasuna bildu dugu. 1964an hasi zen Lopez Adan Euskadi Ta Askatasunan (ETA) militatzen, eta azken hamarkadetan, hainbat liburu idatzi ditu borroka armatuari, nazionalismoari eta klase borrokari buruz.
Zein testuinguru historikotan hasi zinen militatzen, eta zein izan da zure ibilbidea?
Nire familiaren eragin abertzale eta libertarioa jaso nuen gaztetan, eta 60ko hamarkadan, Arabako talde abertzaleekin —antolatuak ziren bakarrak— harremanak izaten hasi nintzen. Horrenbestez, 1964an ETAn sartzea erabaki nuen, une hartan abertzaletasunaren defendatzaile handiena zelako, baina baita erakunde aski irekia zelako ere, iraultza komunistaren bidean, oinarri sozial anitzen eraginak jasotzen zituelako.
Hortik hiru urtera, erakundearen bosgarren asanblada izan genuen. Prozesu hura oro har behar bezalakoa izan zela uste dut, aski demokratikoa. Urte hartan, Biltzar Ttipiko kide hautatu ninduten; orduan, medikuntza ikasketak utzi eta klandestinitatean sartu nintzen. Komite Exekutibo Taktikoa deituriko buruzagitza sortu zuen BTak eta bertan aritu ginen, besteak beste, Txabi Etxebarrieta, Jose Maria Eskubi, Edur Arregi eta ni. BTko hainbat kide erbesteratu ondoan, KETek hartu zuen erakundearen gidaritza. Hala ere, 1968an erbestera jo behar izan nuen, eta Iparraldeko herrialde buru gisa aritu nintzen, harik eta Belgikara joan nintzen arte.
1970ean, ETAren seigarren asanblada sonatua izan zen, eta erakundea bi talde nagusitan zatitu zen, iraultza Estatu mailan egin nahi zutenen, eta euskaldunon autonomia estrategikoaren alde zirenen artean. Ni azken aukera horrekin lerratu nintzen, ETA-V.aren alde hain zuzen. Gure joera minoritarioa zen momentu horretan, eta gure artean nazionalista sutsuak genituen, zeinentzat ETA-VI.aren estrategia estatalista, estrategia espainolista hutsa zen. Nik ez nuen ikuskera hori partekatzen, baina iruditzen zitzaidan, abertzaletasunak zer indar zuen ikusita, Euskal Herrian iraultza propioa egin beharra genuela, bide estrategiko propioarekin.
Oso garai gogorrak izan ziren, nire bizitzako gogorrenak. Astindu pertsonal eta ideologiko ederrak bildu genituen, baita, hasiera batean, seigarrenaren diziplinaren pean ziren Burgosko auzipetuen partetik ere.
ETA-V.aren barnean nazionalismoa nagusi bazen ere, beste hainbat kide berrirekin nazionalismo iraultzailea aldarrikatu zenuten barnetik…
ETA-V.aren gidaritza miliek zuten baina laster gazte sozialista eta iraultzaile anitz batu ziren erakundera, balio handiko jendea, besteak beste, Eduardo Moreno Bergaretxe Pertur. Gazte horiekin batera gogotik parte hartu genuen Hautsi aldizkariaren erredakzioan, eta miliek onargarritasunez jokatu zuten gurekin. Talde horretan, jada ni nintzen zaharrena. Nire aldetik, urte horietan, eragin garrantzitsua jaso nuen Federico Krutwigen partetik, baina baita komunismo libertarioaren aldetik ere.
1974an, ordea, Fronte Langilearen zati handi batek erakundetik zatitzea erabaki zuen LAIA alderdia sortzeko, horien artean ni. Hilabete batzuk geroago, polimilien eta milien arteko bereizketa ere izan zen. LAIAko kideon iritziz, ETAn eragin burges txikiak —EGI-Batasuna, kabrak, monzonistak— gaina hartu zuen. LAIAko kideak, batez ere, marxista kontsejuzaleak ziren, langileen autoantolakuntzaren aldekoak. Gure ustez, gertatzen ari zen masen garapenarekin lotzeko beharra genuen.
Bi urte geroago, ordea, LAIA ere bitan zatitu zen, KAS Alternatiba taktikoaren aldekoen —LAIA (bai)— eta kontrakoen —LAIA (ez), aurrerago LAIAK— artean. Ni azken hauekin joan nintzen, zeinek Komando Autonomo Antikapitalisten sorreran parte hartu zuten.
Azkenik, 1984aren bueltan, borroka autonomoaren krisi orokorra eta gainbehera etorri ziren, errepresio bortitzaren, mugimendu asanblearioaren beheraldiaren eta ETAk berak eraman zuen autonomoen kontrako ofentsiba politiko-moralaren ondorioz. Hor amaitu zen, nire ustez, autoantolakuntza iraultzailearen protagonismoa.
Ordutik, medikuntzan segitu nuen Iparraldean, baita idazle bezala ere. Kazetaritza lanez gain, hainbat liburu idatzi ditut euskal nazionalismoaren historiaren, klase borrokaren eta Euskal Herriko biolentzia politikoaren inguruan.
Abertzaletasunak eta klase borrokak Euskal Herrian izan duten loturari dagokionez, zer nabarmenduko zenuke 1967-2011 arteko borroka ziklotik?
Nazionalismoak gaina hartu ziola erabat borroka sozialari.
ETA-V.aren barnean, une historiko zehatz horretan, arazo soziala eta nazionala elkarrekin zihoazela ondorioztatu genuen. Izan ere, euskal proletalgoak bakarrik biltzen zituen auzi nazionalari aterabidea emateko baldintzak, euskal oligarkia espainolista ez ezik frankismoaren sostengatzailea zelako, eta euskal burgesia nazionala —EAJri loturikoa— ikuspegi nazional zein sozialetik erreformista zelako. Euskal proletalgoa une berezian zegoen; industrializazioa fase bete-betean, immigrazio olatu handiak izan ziren Euskal Herrian, eta masa handien proletarizazioa gertatu zen. Horregatik, auzi nazionalari perspektiba iraultzailea ematea ezinbestekoa zela ondorioztatu genuen, eta horrela sortu zen Euskal Herri Langilea izendapena. Horrek, hasiera batean, indar eta koherentzia handia eman zion gure diskurtsoari. Gainera, nazioartean, kolonialismoaren edo inperialismoaren aurkako borroka armatuak emendatzen hasi ziren. Mugimendu horiek maoismoaren nahiz marxismo-leninismoaren eragina izateaz gain, eduki nazional indartsua zuten. Borroka antikolonialista hark eragin nabarmena izan zuen gure herrian.
«Euskal proletalgoak bakarrik biltzen zituen auzi nazionalari aterabidea emateko baldintzak»
Hala ere, ildo soziala eta nazionala batzen zituen ikuskera horrek, bere horretan, ez zuen gehiegi iraun, ez da?
Arazoa da bi borroka ildoen —sozialaren eta nazionalaren— erabateko batasuna, eraikuntza intelektual bat besterik ez zela, une zehatz horretan baliagarri izan zitzaiguna.
Urte batzuen buruan, arazo nazional eta sozialaren arteko kontraesanak nabarmenduz joan ziren, eta hasierako eraikuntza intelektualarekiko haustura gertatu zen. Bestalde, matxinada pizteko ezintasunak gainditu nahian, negoziazioaren eta erakunde gidariaren eredura igaro zen ETA, Argalaren gidaritza pean. Aldaketa horrek ekarri zuen KAS Alternatibaren sorrera 1976an, zeinetan argiki eduki nazionala sozialari gailendu zitzaion. Bere izaera taktikoa zela eta, KAS Alternatiba programa erreformista bat zela esan genezake, eduki sozial lausoa zuena. Iraultza soziala alboratu zen, eta autonomia estatutua eta autodeterminazioa negoziatzea bilakatu zen xede. Hortik aurrera, ETAk gauzatuko zituen egokitzapen guztietan, joera erreformista eta nazionalista hori are gehiago nabarmenduko ziren. Horren adibide da, KASen bost puntuetatik, 1995ean autodeterminazioa eta lurraldetasunaren onarpena ardatz zituen Alternatiba Demokratikora pasatu izana. Horrela, ETA militarrak —gerora, ETA erakundeak— minimo horien lorpenera zuzendu zituen, kasik esklusiboki, borroka armatuaren ekintzak, langileriaren zuzeneko beharrei edo klase gatazkei erantzun beharrean. Haatik, azken aspektu hori, gehiago landuko zuten polimiliek eta autonomoek.
«Iraultza soziala alboratu zen, eta autonomia estatutua eta autodeterminazioa negoziatzea bilakatu zen xede»
ETAk, indar metaketaren teoriaren bidez, solaskide funtzioa hartu du Estatuaren parean, herriaren protagonismoa erakundearen protagonismoagatik ordezkatuz, eta bereziki, eduki nazionalista batean oinarrituz. Noski, eduki nazionalistarekin nor ibiltzen da erosoen? Burges txikiak, hots, euskal burgesia nazionala.
Baina, ezinbestekoa zenez oinarri sozial iraultzailea hurbil mantentzea, hainbat saiakera teoriko egin ziren borroka nazionala arropa iraultzailez janzteko, eta modu horretan, jende askok pentsatu du iraultza sozialista egiten zuela ezker abertzaleko erakundeetan sartuta. Eta zentzu horretan, desbideraketa teoriko oso larriak gertatu izan dira; esaterako, antikolonialismoaren garaian, ekimen iraultzailetzat hartzen zen nazio zapalduen aldeko nazionalismoa sustatze soila, etsai inperialistari min gehien egiten zion jarrera zelakoan. Baina, nazionalismo sutsua aldarrikatzeak ez du zerikusirik iraultza sozialarekin. Euskal Herrian asko zabaldu da ikuskera hori: alegia, gero eta euskaldunagoa izan, orduan eta iraultzaileagoa izanen zarela. Eta hori ez da horrela. Euskalduna iraultzailea izanen da soilik munduko printzipio iraultzaileak bere egiten baditu.
«Euskal Herrian asko zabaldu da ikuskera hori: alegia, gero eta euskaldunagoa izan, orduan eta iraultzaileagoa izanen zarela. Eta hori ez da horrela. Euskalduna iraultzailea izanen da soilik munduko printzipio iraultzaileak bere egiten baditu»
Askapen prozesuan jarraitu beharreko estrategiari dagokionez, zeintzuk ziren ezker abertzale zabalaren baitan zeuden hipotesi desberdinak?
Autonomoek ez zuten baieztatzen iraultza sozialista derrigor etorriko zenik, baina ez zuten aukera hori ukatzen, eta ondorioz, ez zeuden prest demokrazia burgesak onar zezakeen programa taktiko bat babesteko. Hala ere, autonomoen aldetik ez zen antolaketa-batasunik, ezta batasun estrategikorik ere. Askotan, gainera, aski gaiztotu ziren talde batzuen arteko harremanak.
Milien iritziz, argi zegoen erregimen demokratiko burges berria diktadura militarraren jarraipen hutsa zela, eta hori babestu zuten, gutxi gorabehera, Alternatiba Demokratikora arte. Matxinada baztertu, eta negoziazioaren bidea hartu zuten. Zergatik hartu zuten bide hori? Sinpleki iraultzarako baldintza objektibo eta subjektiborik ez zela pentsatu zutelako: Estatuko gainerako lurraldeak ez zeuden Euskal Herriko borroka-mailan eta, era berean, gure herrian, gizartea erosotasunean erortzen ari zen. Eduki erreformista negoziatzea bilakatu zen xedea, beraz, jada ez zegoen herriari protagonismoa eman beharrik, aski zen erakunde batek gidaritza osoa hartzea. Baina hori ez zen ETAk unera arte izandako jarrera; izan ere, herriaren zerbitzura zegoen erakunde bezala definitzen zuen ETAk bere burua, eta modu erabat esplizituan gainera.
Polimilien artean jarrera aski desberdina zen. Pertur eta haren lagunen analisien arabera, borroka armatuak zuzendaritza politiko baten pean jardun beharra zuen —milien eskema itzulikatuz—, eta borroka armatua baliatu beharra zegoen Estatuak zituen kontraesanak areagotzeko. Haien analisien arabera, ez zen Estatuan iraultza egiteko aukerarik; alabaina, sektore erreakzionarioenak kolpatuz, uste zuten burgesia progresista behartu zezaketela proletalgoaren iraultza babesten zuten taldeekin bat egitera. Hau da, iraultza egikaritzeko baldintzak sortu eta indar-korrelazioak aldatu nahi zituzten; hori lortuz gero, borroka militarra bigarren planora pasatzeko aukerak egon zitezkeela uste zuten, borroka politikoaren mesedetan. Hori zen polimilien hipotesia, hastapenean behintzat. Gero, Euskadiko Ezkerrak eginen zuena, beste gauza bat da, eta ez da nahasi behar Pertur eta haren lagunen ereduarekin.
80eko hamarkadan gauzak dezente aldatu ziren, ordea…
Bai, hori guztia 1982aren bueltan zapartatu zen, baina zapartatu benetan. Tejerokadak huts egin zuenean (edo agian ez zen huts bat izan, eta behar zena ekarri zuen…) bi gauza gertatu ziren: batetik, 1978ko Konstituzioaren inguruan frankismoa errespetatzen zuen sistema ustel bat ezarri zela, PSOEren gidaritzapean gainera; eta bestetik, Europako demokrazien izaera autoritario eta antiiraultzailea sendotzen ari zela. Aldaketa horiek, aukera iraultzaileak moztu eta borroka armatuaren praktika lekuz kanpo utzi zuten Europa osoan. Hamarkada horretan deseginen ziren polimilien bi adarrak —zazpigarrenak (1982) eta zortzigarrenak (1986)— eta KAAk (1984 inguruan). ETA militarrak, zuen indar handiaren jabe, jarraitzea erabaki zuen Estatua negoziatzera behartuko zuela sinetsita.
Zein balantze egiten duzu, gaurko egunez, joera horien inguruan?
Balantzea egiteko, ezinbestekoa da kontuan hartzea momentuan zer ikusten zen aukera gisa, zer gaitasun zeuden eta zein zen garaiko pentsaera. ETA militarrak egin zituen hautu estrategikoak militarki eta logistikoki oso indartsu zegoen une batean egin zituen. Jende oso trebatua eta sostengu sozial handia zuen, horrela ulertzen da borroka armatuaren bidean jarraitu izana beste taldeak desegiten ari zirenean. Finean, aukera arrazionalak egon bazeuden pentsatzeko posible zela polimiliek erdietsitako amnistia lortzea, duintasun handiagoarekin eta, gainera, KAS Alternatibaren puntuekin batera. Bide horrek eraman zituen 1989ko Aljeriako elkarrizketetara.
«Aukera arrazionalak egon bazeuden pentsatzeko posible zela polimiliek erdietsitako amnistia lortzea, duintasun handiagoarekin eta, gainera, KAS Alternatibaren puntuekin batera»
Elkarrizketa horien hausturak, eta gerora Oldartzen-en —ekintza armatuen jomugen hedapena— garaiek erakundea masengandik aldendu zituztela esan liteke. Etsaia negoziatzera eta amore ematera bultzatzeko xedez, ETAk taktika terroristak baliatu izan ditu, jomuga zibilak kolpatuz. Horrek eragin ikaragarria izan zuen masekiko zuen atxikimenduan.
Ezin zen jakin zer gertatuko zen, baina nire ustez, Aljeriakoa izan zen aukera onena duintasunez bukatzeko, eta hori zen ezker abertzalearen barnean pertsona andana batek zeritzona. Hala ere, horretaz gain, jende askok borroka instituzionala lantza-puntan jartzeko abiapuntu bezala ikusten zuen estrategia politiko-militarraren amaiera.
Matxinadatik erreformismora salto egin zen orduan…
Ez da ahantzi behar, Herri Batasuna sortu zen unetik abertzale erradikalen batasuna lehenetsi zela ororen gainetik, miliek egin bezala. Ezker abertzaletik jende anitz bota da espainolista zelakoan, baina inor ez da bota sozialista edo komunista ez zelako. Horrek azaltzen du monzonismoak ezker abertzalean hartutako indarra, eta haren eraginari buruzko kritika eskasia. Hala ere, horrek ez du kentzen balio handiko jenderik ez zenik horien artean.
«Ezker abertzaletik jende anitz bota da espainolista zelakoan, baina inor ez da bota sozialista edo komunista ez zelako»
HBren bidez, abertzale erradikalek aukera eta aukera erreformista abantailatsuak lortu zituzten, eta horietan sakontzeko itxaropena zuten. HBk lehen bozetan parte hartu ez bazuen ere, ez zen izan demokrazia ordezkatzailean sinesten ez zuelako, baizik eta berme demokratiko askirik —amnistia, alderdien legaltasuna…— ez zegoelako. Azken finean, pertsona horiek uste zuten erakundeetatik gehiago egin zitekeela euskalduntasunaren eta autodeterminazio eskubidearen alde, eta argi ikusten zuten borroka armatua eta herri mugimendua, borroka instituzionalarekin lotuta emaitza hobeak lor zitezkeela. Ikuskera hori, adibidez, Leitzarango autobidearen kontrako borrokan kondentsatu zen. Praktika hori demokrazia formalarekin eta klase borrokatik aldendutako ekimenei estuki lotua dago, eta badirudi gaur egun ere, borroka armatua baztertuta, hori dela kredoa.
Erakunde armatuak zein eredu babesten zuen horren aurrean?
Erakundean pentsatzen zuten borroka armatua izan behar zela mugimenduaren erpina, masa mugimendua haren inguruan antolatuta eta borroka instituzionala buztanean kokatuta. Baina HBk hauteskundeei begira zuen ahalmena modu errealistan —instituzioetan— baliatu nahi zutenek ere beren aldetik tiraka jardun zuten, noski. Jende hori beti izan da ezker abertzalean; engaiamendu sendoa izan dute eta errepresio latza pairatu dute. Sektore horrek oso kolpe latzak jasan zituen Lizarra-Garaziko eta Loiola-Genevako elkarrizketak hautsi zirenean, bai Estatuaren partetik, baina baita erakundearenetik ere. Azken saiakera horren ondotik, eta Oldartzenen-ek ekarritako desmasia gelditu asmoz, HBko talde horrek hartu zuen egoerari itzulia emateko deliberoa, eta horiek izan ziren, hain zuzen ere, ezker abertzalean jarrera sozialdemokrataren protagonista.
Hala ere, aldaketa hori ezker abertzalearen oinarriarekin hautsi gabe gauzatzea lortu zen, ezker abertzalea errepresioak estuki trinkotutako komunitate bat zelako, eta arduradun politikoekiko diziplina zorrotza eta miresmena zegoelako, 30 urtez ereindakoa. Hori dela eta, naturala da aldaketa kritikoa belaunaldi gazteek ekarri izana egun.
Zure iritziz, zer ekarri du ezker abertzalean ildo sozialdemokrata nagusitu izanak?
Sozialdemokraziaren istorioarekin kontuan hartu behar da, sozialdemokratak ez direla izan infiltratu batzuk, baizik eta bilakaera bat izan duten sozialista iraultzaileak. Haiek pentsatzen dute herriarentzako onena erakundeetan nagusitasuna irabaztea dela, hots, erakundeetatik erreforma sozialak egitea posible dela, eta ez direla soilik langile-klasearen ordezkari izan behar, baizik eta askatasuna merezi duen herri oso batena. Horrek atea irekitzen dio klaseartekotasunari, eta demokrazia ordezkatzailearen onarpenari, demokrazia zuzenaren kaltetan.
Bilakaera pertsonalak ezberdinak izan dira, jakina, baina oro har, zer gertatzen da ildo sozialdemokratarekin? Ba, azkenean, ordenarekin eta boterearekin identifikatzen hasten dela eta une batetik goiti, bide erreformista kaltetzen duten “ameskeria” iraultzaileen kontrako errepresioari bidea irekitzen diola. Eta hori sozialdemokrazia boterera heldu zen lehen unetik gertatu zen, nola hil ziren bestela Rosa Luxemburg eta Karl Liebknecht?
Mende bukaeratik, alabaina, sozialdemokraziak Frantziako mitterrandismoaren edo Ingalaterrako blairismoaren joera jarraituko du, kapitalismoari ekonomia gidatzeko zilegitasun osoa esleituta, eta Estatuan haren zerbitzari bilakatuta: sozial liberalismoa, funtsean. Eboluzio hori gertatu bada mundu osoan, nola pentsatu daiteke Euskal Herrian ezberdin gertatuko denik? Hau da, nola sinets daiteke euskaldunok erakundeetatik eta kapitalismoarekin konfrontazio garbirik izan gabe, iraultza eginen dugula? Beste lekuetan gertatu dena, bada, hemen ere gertatuko da, eta euskalduntasunak ez gaitu horren kontra txertatzen.
Hala ere, ez dut ukatzen pertsona horiek bide hori herriarentzat mesedegarri dela pentsatuz abiatu ez zutenik.
Era berean, aski kritiko agertu zara joera bakezaleekin, eta preso politikoen trataerarekin.
Bai, eta sozialdemokraziarekin lotu daiteke bakezaletasuna, baita borroka armatuaren kondena ere. Urte gutxian, estrategia politiko-militarra baliatzetik, biolentzia orori politika egiteko zilegitasuna kendu diote. Alabaina ezin dira parekatu arma sofistikatu bidezko biolentzia eta kale borroka. Bakezaletasunak edozein jazarpenetik babesteko zilegitasuna ukatzen badu, errepresio indiskriminatuari bidea irekitzen dio. Are larriago izan liteke, delako bakezaleek jarraitxu berriak isolatu eta indar errepresiboen eskutan uzten badituzte, gobernu sozialdemokrata autoritarioak sostengatzen dituzten bitartean. Nik uste, aurreko hamarkadetan borrokan aritu den eta errepresio latza pairatu duen jende zintzo asko dagoela gaur egun kontzientzia arazo larriekin. Baina aurreko borroka fasea eta errepresio gogorra ezagutu ez duten sozialdemokrata berriek, soilik egungo egoera ezagutuko dute, eta errazago emanen dituzte urratsak jarrera autoritarioetara.
Zentzu horretan, bakezaletasuna eta preso politikoen gaia uztartzeko, presoen biktimizazioa izan dela pentsatzen dut, hau da, presoei beren izaera politikoa eta duintasuna ukatu zaizkiela, baita ezker abertzalean ere.
Aldiz, ETAn eta haren inguruko mugimenduetan militatu duten pertsona guztiek askatasunaren alde egin dute borroka: gudariak, gudari dira eta kitto. Horregatik, preso guzti-guztiekin, baita kritikatu dudan azken buruzagiarekin ere, elkartasunez, amnistia aldeztuko dut.
Borroka armatua Euskadin 1967-2011 lana argitaratu berri duzu, 40 urtez Euskal Herrian izan diren ekintza armatu guztien ikerketan oinarrituta. Zein da lan horren asmoa?
Beharrezkoa iruditu zitzaidan gure borroka armatuaren kronika bat egitea, egitateetan oinarrituta, mistifikaziotik eta bertsio ofizialetatik aske: borroka armatua-ekintza armatuak; guk egin ditugunak, eta guri egin dizkigutenak. Horrenbestez, ekintza guztiak banan-banan ikertu ditut, eta bakoitzean honakoa bildu dut: zer gertatu zen, zer esan zen momentuan (agiriak, prentsa, adierazpenak…), zer iritzi eman den ikerketetan eta azkenik, gaur egun protagonistek beren memorietan zer esaten duten.
Dokumentazio lan horren ostean, biharko eguneko borrokari ekarpena egin nahian, arazo estrategiko eta arazo etikoen inguruko hausnarketa plazaratzen da. Zentzu horretan, anitzetan ikusiko dugu nola akats etikoek, akats estrategiko ikaragarriak ekarri dituzten; esaterako, ekintzek zibilak kolpatu dituztenean. Kritika eta hausnarketa guztien asmoa, guk geuk eraman genuen borrokaren zentzua ulertzea litzateke, baita etorkizuneko borrokari ekarpena egitea ere; eta jakina, ikuspegi errepresiboa inola ere elikatu gabe.
Edozein kasutan, Euskal Herrian borroka armatua egin dugun militanteok beti izan dugu helburutzat askatasuna, nazionala zein soziala, eta horregatik, gudari guztiek leku bat merezi dute munduko askatasunaren aldeko borrokaren historian.
«Gudari guztiek leku bat merezi dute munduko askatasunaren aldeko borrokaren historian»
(Arteka-Gedar / Fotografía: Inhar Iraizotz)