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El narcotráfico de EE.UU. y la presencia de Pablo Escobar en la fiesta del PSOE para celebrar la victoria de Felipe González

in Insurgencias, Varios
El narcotráfico de EE.UU. y la presencia de Pablo Escobar en la fiesta del PSOE para celebrar la victoria de Felipe González

Pablo Escobar y su hijo Juan Pablo frente a la Casa Blanca en Washington, D.C., en 1981 (Foto: Archivo)

Todo el mundo sabe que Estados Unidos posee amplia relación con el narcotráfico, sin embargo, su actual presidente, Donald Trump, se empeña en señalar a otros gobiernos. En los últimos tiempos el gobierno señalado es el de Venezuela Bolivariana y su presidente, Nicolás Maduro. La hipocresía y el cinismo están servidos. La grave acusación yanqui es falsa, no aporta pruebas porque no existen. Lo que sí existe en el comportamiento de la Casa Blanca es la burda búsqueda de un pretexto para agredir, para invadir Venezuela y hacerse con el control de sus recursos naturales, incluido el petróleo.

Sobre este tema les proponemos un texto de Misión Verdad (el primero de ellos) y otro de presos sobre la presencia del narcotraficante Pablo Escobar en la fiesta organizada por el PSOE para celebrar la victoria electoral de Felipe González, un siniestro individuo (el señor X de los GAL) al que en 2014 le concedieron la nacionalidad colombiana.

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La amplia historia del narcotráfico estadounidense: una cronología

Estados Unidos tiene una amplia historia de complicidad con el narcotráfico. Su imperio ha sido arquitecto, ejecutor y gran beneficiario del narcotráfico mundial desde, al menos, la década de 1950 hasta la actualidad.

Múltiples eventos y situaciones históricas desnudan la relación estructural de ese país con el tráfico internacional de sustancias, y ponen en evidencia su hipocresía y falsa moral para emitir juicios sobre el tema y acusar a terceros países de «narcoestados».

Estados Unidos es, en realidad, el único gran narcoestado del planeta. La historia así lo demuestra. Ningún otro país ha desarrollado un vínculo tan profundo y sostenido en el tiempo con el narcotráfico como ese.

En la cronología que se desglosa a continuación se destacan los hitos más resaltantes de la complicidad de Washington con el control comercial, económico y geopolítico de las drogas ilícitas a escala mundial.

  • Después de la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos, a través de la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS) y la Oficina de Inteligencia Naval (ONI), instancias antecesoras de la CIA, controla el denominado «Triángulo Dorado» —región fronteriza entre Tailandia, Birmania y Laos—, donde se concentraba la producción y distribución mundial de opio.

  • 1947. Estados Unidos apoya el tráfico de heroína en Francia y emplea a la yakuza japonesa para comercializar metanfetamina desde la colonia estadounidense de Hawái.

  • 1949. Ante la victoria de la revolución china, expande el tráfico de opio desde Birmania —hoy Myanmar— hacia el norte de Tailandia.

  • 1950. La CIA lanza el Proyecto Bluebird para utilizar la droga LSD como método para interrogatorios y torturas.

  • 1960. Estados Unidos expande el tráfico de opio desde el «Triángulo Dorado» para financiar la guerra contra Vietnam.

  • 1970. Refuerza el tráfico de opio desde Laos. Ya para ese año 30 mil militares estadounidenses en Vietnam son adictos a la heroína.

  • 1972. Intenta censurar el libro La política de la heroína en el Sudeste Asiático del investigador Alfred McCoy, en el que se denuncia cómo Estados Unidos fue protagonista del auge mundial del consumo de heroína mediante su control del «Triángulo Dorado».

  • 1973-1980. Generales y almirantes estadounidenses y agentes de la CIA convierten al banco Nugan Hand Bank de Sydney en una plataforma para el lavado de dinero de las drogas y el tráfico de armas.

  • 1980. Estados Unidos promueve el tráfico de drogas desde Bolivia y participa en el marco del famoso «golpe de la cocaína» a cargo del militar Luis García Meza, ligado profundamente a organizaciones del narcotráfico.

  • 1988. Acusa al dictador de Panamá, Manuel Noriega, de ser un narcotraficante. Durante 20 años Panamá fue un importante centro de tráfico de drogas con la autorización y auspicio del propio Estados Unidos.

  • 1982-1989. Promueve el aumento de la producción de opio en Afganistán como parte de su guerra indirecta contra la Unión Soviética. La producción aumenta de 250 a unas 800 toneladas, incremento que convirtió este país en el mayor productor mundial de opio.

  • 1984-1990. Estados Unidos inunda sus calles de cocaína y crack con el objetivo de financiar el grupo paramilitar «Contra» en Nicaragua, a través de la venta de estos narcóticos en grandes ciudades como Chicago, Los Ángeles, Baltimore, Detroit y Miami.

  • 1980-1990. La CIA promueve el cultivo de opio en Afganistán y expande el tráfico de heroína hacia Estados Unidos y Europa occidental. El aumento de la producción estimulada por Washington supuso la mitad de la heroína consumida en Norteamérica y 75% de la consumida en Europa.

  • 1986-1994. Estados Unidos convierte Haití en un importante polo del tráfico de cocaína en el Caribe, en colaboración con el Cártel de Medellín, a través de la logística proporcionada por la CIA y la DEA.

  • 1989. Se publica un informe del Congreso estadounidense sobre narcotráfico en el Caribe y Centroamérica, en el que se revela la responsabilidad de altos funcionarios en el financiamiento de la «Contra» con dinero del narcotráfico.

  • 2001-2021. Un año después de la ocupación estadounidense, la producción de amapola se disparó de 8 mil a 75 mil hectáreas plantadas. Dos décadas después la superficie plantada rondaba las 328 mil hectáreas, cifra que convirtió el país en uno de los narcoestados más grandes del mundo, responsable de producir aproximadamente 95% de la heroína consumida en el mundo.

Estos son los hitos más relevantes de las conexiones, hoy públicas, de agencias gubernamentales con el narcotráfico global, en su mayoría signadas por guerras, intervenciones y operaciones de cambio de régimen en determinados países, esto como un rasgo de la política exterior de la Casa Blanca.

Más allá de la cronología

En el libro Asesinando la esperanza (Killing Hope), publicado en 1995 y actualizado en 2003, de donde se recoge gran parte de la cronología presentada, el exfuncionario del Departamento de Estado, William Blum, describió detalladamente el largo historial de intervenciones estadounidenses y conecta una considerable parte a las redes de narcóticos ilegales para el financiamiento de grupos o para llevar a cabo laboratorios sociales.

Blum argumenta que la CIA ha estado involucrada en el tráfico de drogas a lo largo de la historia de sus intervenciones, como bien pudimos observar. En el capítulo sobre las operaciones de la CIA en Haití, en apoyo a la dictadura de Jean-Claude Duvalier (Baby Doc), precisa un ecosistema donde la principal agencia estadounidense de inteligencia foránea manejó los hilos a favor del comercio ilegal de narcóticos. Citamos:

En 1986 la CIA creó una nueva organización: el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN). La unidad estaba integrada exclusivamente por oficiales del Ejército haitiano, y se proyectó como una fuerza no profesional con marcada tendencia hacia la corrupción. El SIN fue creado, supuestamente, para luchar contra el comercio de la cocaína, aunque los propios oficiales de la unidad participaron en el tráfico y las ventas fueron apoyadas y auspiciadas por algunos de los funcionarios haitianos que estaban también en la nómina de la CIA. El SIN funcionó como un instrumento de terror político persiguiendo y torturando a los partidarios de Aristide y a otros «subversivos», y utilizando el entrenamiento y equipos de la CIA para espiarlos: en resumen, lo mismo que hacían los servicios de inteligencia creados por la agencia en otras partes del mundo, entre ellas Grecia, Corea del Sur, Irán y Uruguay, y al igual que ellos creado por una sola razón: poner a disposición de la CIA un instrumento leal de control adecuadamente entrenado y equipado. Al mismo tiempo que el SIN recibía entre medio millón y un millón al año en equipamiento, entrenamiento y apoyo financiero, el Congreso denegaba millón y medio en ayuda al Ejército haitiano a causa de sus abusos de los derechos humanos. Aristide había tratado, sin éxito, de cerrar el SIN. La CIA le dijo que EE. UU. se ocuparía de que la organización fuese reformada, pero que la continuidad de su funcionamiento no podía ser discutida. Y luego vino el golpe.  Después de eso, dicen funcionarios norteamericanos, la CIA cortó sus lazos con el SIN pero, en 1992, un documento de la DEA describía al SIN en presente como «una unidad encubierta de inteligencia antinarcóticos que a menudo trabaja al unísono con la CIA». En septiembre de ese mismo año la acción de la DEA en Haití llevó al arresto de un oficial del SIN acusado de tráfico de cocaína por las autoridades haitianas.

Son varios los investigadores y periodistas independientes quienes han hecho recuentos abarcados de la participación de la CIA en el tráfico de drogas desde Latinoamérica al Sudeste Asiático y hacia Afganistán, de la década de 1950 a la de 1980, como Alfred W. McCoy (The Politics of Heroin: CIA Complicity in the Global Drug Trade, 1991), Henrik Kruger (The Great Heroin Coup: Drugs, Intelligence and International Fascism, 1980), Leslie Cockburn (Out of Control, 1987) y Peter Dale Scott y Jonathan Marshall (Cocaine Politics: Drugs, Armies and the CIA in Central America, 1991), de quienes esta tribuna también tomó y corrobó información para la cronología.

Todos ellos han concluido que la inserción de Estados Unidos en las principales redes de narcotráfico en el mundo es un hecho, con fines políticos y contrainsurgentes, pero también con afán de lucro en algunos casos.

Las acciones militares ilegales y coloniales de Estados Unidos en el extranjero han tenido un reflejo en lo interno de su propia sociedad. La muy publicitada «Guerra contra las Drogas» —en su segunda edición, ya que la primera fue declarada en 1971—, que ya ha dejado más de medio millón de muertos en su paso por México y Colombia, se enmarca en una estrategia de militarización según lo expresado por el experimentado analista y periodista Mike Whitney en 2011, quien entiende el narcotráfico como un eslabón del poder financiero estadounidense:

«Esto no tiene que ver con las drogas; se trata de una política exterior chiflada que apoya a ejércitos por delegación para imponer el orden mediante represión y militarización del Estado policial. Se trata de expandir el poder norteamericano y de que engorden los beneficios de Wall Street».

Esta lógica económica, militar y empresarial al mismo tiempo genera un doble efecto: por un lado, una ola de violencia en los países donde la DEA, la CIA y el FBI actúan en alianza con los cárteles en operaciones destituyentes y, por otro, la destrucción de la salud de los estadounidenses adictos a las sustancias ilícitas, factor que representa la primera causa de mortalidad por encima de los accidentes de tránsito y los asesinatos por armas de fuego.

A la luz de lo planteado, es fácil entender que Estados Unidos, sus élites, su política exterior y su sistema financiero son los mayores beneficiarios del narcotráfico global. Más aun si están a la vista las pruebas de que funciona como un narcoestado global, el mayor del mundo.

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Pablo Escobar (en el centro de la imagen) celebrando la victoria de Felipe González

Pablo Escobar el narco con Felipe el señor X de los GAL

Todo atado y bien atado
Elecciones de 1982:

¿Qué pintaba un narco como Pablo Escobar en la fiesta organizada por el PSOE para celebrar la victoria electoral de Felipe González?

1. En 1974 el gobierno de Colombia designa a Belisario Betancur como embajador en Madrid.
2. En Madrid vivía entonces el especulador vasco Enrique Sarasola Lertxundi, que anteriormente había vivido en Colombia muchos años, donde en 1966 se había casado con María Cristina Marulanda, hija de Alberto Marulanda Grillo, uno de los principales terratenientes del país y accionista de la compañía aérea Avianca.
3. Sarasola era amigo del almirante Carrero Blanco y a través de Carlos Zayas, el voluntario de la CIA, conoció a Felipe González en 1974. Las oficinas que Sarasola tenía alquiladas a nombre de su empresa en la calle Jacometrezo de Madrid servían de tapadera para las reuniones del PSOE.
4. Sarasola presenta a Felipe González a Betancur, quien pone a su disposición la embajada de Colombia en Madrid para sus chanchullos con el franquismo.
5. En 1976 y 1977 Felipe González viaja a Colombia apadrinado por Betancur y Sarasola, quienes le ponen en contacto con el narcopolítico Alberto Santofimio Botero, que fue ministro de Justicia en 1974, senador, presidente de la Cámara de Representantes, dos veces candidato presidencial y condenado en 2006 como autor del asesinato del también candidato presidencial Luis Carlos Galán, cometido en 1989, en complicidad con el capo del narcotráfico Pablo Escobar.
6.
En 1981 la mujer de Pablo Escobar, Virginia Vallejo, entrevista a Felipe González en una cadena de la televisión colombiana.
7. En octubre de 1982 Pablo Escobar, Alberto Santofimio Botero y Jairo Ortega Ramírez, otro narcopolítico colombiano, viajan a Madrid invitados por Felipe González y Sarasola para celebrar el triunfo electoral del PSOE en el Hotel Palace. La fiesta está documentada en la sentencia contra Santofimio por asesinato. Los tres colombianos se sentaron juntos en la mesa del hotel, junto al torero Luis Miguel Dominguín.

El periodista colombiano Gonzalo Guillén, presente en aquel acto, afirma que fue Pablo Escobar quien le presentó a Felipe González para que le pudiera entrevistar. Luego fueron a una discoteca, donde siguieron celebrándolo toda la noche. La policía española, que tenía fichado a Escobar, supo con antelación que iba a viajar a Madrid y el hotel en el que se hospedaba. Los antidisturbios rodearon el edificio y detuvieron a varios congresistas del Partido Conservador colombiano que se acostaron temprano. Vestidos con sus pijamas, fueron cacheados, junto con sus equipajes.
Cartel del PSOE «100 años de honradez y firmeza 1879-1979».
8.Casi al mismo tiempo que González en Madrid, llega al gobierno en Colombia su amigo Betancur gracias al dinero del narcotráfico, que le pagó su campaña electoral.
9. Betancur nombra alcalde de Medellín a Álvaro Uribe cuando la ciudad es un feudo de Pablo Escobar. Uribe se reúne con los capos del cártel de Medellín y a los cuatro meses de su nombramiento, Betancur lo tiene que destituir de la alcaldía a causa de ello.
10. En Medellín Betancur lanza el proyecto multimillonario de construcción de un metro, cuyas obras adjudica a Sarasola, quien se lleva un pellizco de 20 millones de dólares, que se reparte con Felipe González. En el negocio reaparece el espía alemán Werner Mauss, implicado en el intento de asesinato de Cubillo en Argel en 1978, quien también se lleva su pellizco correspondiente. Luego el propio Betancur tuvo que nombrar una comisión especial para «investigar» el chanchullo.
11. El primer gerente del metro de Medellín es Diego Londoño White, quien acabó condenado por sus vínculos con Pablo Escobar, así como secuestro, siendo finalmente asesinado en 2002 en un ajuste de cuentas.
12.
En 1986 Sarasola crea la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción que preside Manuel Gutiérrez Mellado, un general procedente de los servicios secretos franquistas y vicepresidente del gobierno en la época de Suárez. Otro de los promotores de la fundación es el general Calderón, director del servicio secreto en el gobierno de Aznar. Además, reúne a un grupo de empresarios de los medios de comunicación, cada uno de los cuales aporta 20 millones de pesetas. A cambio del donativo los empresarios esperan recibir las primeras cadenas de televisión privadas que el gobierno de Felipe González se dispone a crear.
13. En 1990 el narcotraficante español Ricardo Portabales confiesa ante Garzón que Sarasola participó en una reunión en un hotel de Isla Cristina (Huelva) en 1988 con el traficante de armas de origen sirio y protegido del servicio secreto español, Monzer al Kassar, y los narcos Laureano Oubiña y Paz Carballo, para vender fusiles AK-47 a los narcos colombianos.
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