Resulta cuando menos llamativo cómo quien ha sido el único que ha lanzado la bomba atómica se arrogue el derecho de quien puede, o no, estar en posesión de armas nucleares. Nos estamos refiriendo a Estados Unidos que, con el gobierno presidido por Harry S. Truman (del partido Demócrata, para que luego nos digan que este es mejor que el Republicano), fueron lanzadas dos bombas atómicas, hoy hace 80 años.
El 6 de agosto de 1945, una bomba de uranio bautizada “Little Boy” y lanzada desde el bombardero norteamericano “Enola Gay” redujo a cenizas la ciudad japonesa de Hiroshima. Fue el primer ataque nuclear de la historia y en él murieron más de 200.000 personas. Tres días más tarde, Estados Unidos lanzó otra bomba atómica contra la ciudad, también japonesa, de Nagasaki. Unas 140.000 personas murieron como consecuencia directa de esta segunda bomba atómica, pero el número de víctimas mortales creció a 217.137 en las décadas posteriores.
Ojalá ningún país tuviera armas nucleares. Pero si alguno, en especial, no debería tenerlas bajo ningún concepto, ese es precisamente Estados Unidos.
Los imperialistas yanquis asesinaron a más de 400.000 personas en Hiroshima y Nagasaki. Nunca han pagado por ello. Con los organismos internacionales a sus pies, siempre han gozado de insultante impunidad. Y, para mayor desfachatez, pretenden dar clase de derechos humanos a todo el mundo. Y de democracia, para más escarnio.