Ayer 11 de julio, el gobierno de Estados Unidos quería reeditar las protestas que promovió en 2021, pero fracasó en su intento de provocar violencia en las calles de Cuba. Por eso, anunció medidas contra varios dirigentes, incluyendo el primer secretario del Comité Central del Partido y presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.
Entre otras cosas, el Secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, anunció la inclusión de otros 11 hoteles cubanos en la infame lista de entidades cubanas prohibidas y en la lista de alojamientos prohibidos para los ciudadanos de su país.
Todo lo que signifique cortar entrada de divisas a Cuba y asfixiar sus finanzas, y con ello provocar desespero a la población, está en la agenda particular del neofascista Marco Rubio.
También anunció la prohibición de entrada a Estados Unidos al Presidente cubano y también a los ministros de las FAR y el MININT, que ya estaban sujetos a tal tratamiento desde 2021.
El canciller cubano, Bruno Rodríguez, se expresó a este respecto: “EE.UU. es capaz de imponer sanciones migratorias contra dirigentes revolucionarios y de mantener una guerra económica prolongada y despiadada contra Cuba, pero no tiene la capacidad de doblegar la voluntad de este pueblo ni de sus dirigentes”.
Desde Venezuela, el presidente del gobierno, Nicolás Maduro, se solidarizó con Cuba expresándose en estos términos: “Estoy seguro de que el hermano pueblo cubano seguirá luchando; sepan que cuentan con Venezuela y el ALBA-TCP (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos) para materializar el sueño de Bolívar, Martí, Fidel y Chávez. ¡Venezuela Siempre con Cuba!”.
