Faltaría más que si uno/a es capaz de pagarse las vacaciones con su pecunio, sin recurrir a extrañas justificaciones oficiales para que las pague el erario público, puede irse de vaje a donde el cuerpo (y la cabeza) le pida. Nada que objeta. Pero si observamos el detalle de lo que disfrutan «nuestros» políticos en el peregrinae a la Meca del capitalismo. Saben a dónde viajan.