Tras el más o menos final de la dictadura de Pinochet (recordemos que dejó vigente una Constitución a su imagen y semejanza durante décadas, unas fuerzas represivas intocables y sus adláteres económicos al mando) la llamada Concertación (una alianza multipartidaria reformista/progre/conservadora) fue la protagonista de los sucesivos gobiernos. El último, el de Boric, un personaje que hizo gala de un anticomunismo primitivo. La situación económica más que deteriorada y el descontento social va a traer consigo la vuelta de los herederos directos de Pinochet. El Plan B del capitalismo, como en Argentina, Bolivia, Paraguay, Perú, Ecuador o Honduras está en marcha. La extrema derecha chapotea encantada en las aguas fétidas que deja el «progresismo» tras su paso.
