UNO
En América Latina, y en otras partes del mundo, es lo que está sucediendo en no pocos países. Si una cosa está clara es que el reformismo, encarnado por los partidos socialdemócratas, nunca ha resuelto los problemas del pueblo.
Dada su condición de ideología capitalista (algunos le llaman de rostro humano, como si el capitalismo pudiera tener algo de humanidad) nunca rompe con las estructuras del estado burgués cuando llega a gobernar. Defraudan a amplias capas de la población con baja cultura política, porque, en aras de seguir facilitando las ganancias del gran capital, nunca resuelve sus problemas y, al final, desencantados, acaban votando a verdugos mayores. En este caso concreto al fascista José Antonio Kast.
En Chile, la participación de la población en las elecciones era muy baja, por eso ahora es obligatorio votar, imponiendo fuertes sanciones a quien no lo haga. Partiendo de esa premisa, podemos imaginarnos qué clase de democracia existe en un país que donde, tras el derrocamiento de Salvador Allende, solo han gobernado fascistas y reformistas (entre estos últimos con la vergonzosa participación del PCCh).
Lamentablemente, “las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor” continúan cerradas tantos años después del derrocamiento y asesinato del legítimo presidente Salvador Allende.
DOS
El abogado ultraconservador José Antonio Kast, de 59 años, ha sido proclamado presidente electo de Chile tras una victoria contundente en la segunda vuelta electoral, culminando así su tercera campaña presidencial consecutiva.
Con más del 95% de las mesas escrutadas, Kast se impuso con un amplio margen del 58,30% de los votos frente al 41,70% obtenido por la candidata progresista Jeannette Jara, del Partido Comunista. Esta victoria sitúa a Kast en la oleada de políticos de ultraderecha que gobiernan en América, siendo cercano a figuras como el presidente argentino Javier Milei y el expresidente brasileño Jair Bolsonaro.
Kast, quien formalmente recibirá el traspaso de poder del presidente Gabriel Boric el próximo 11 de marzo para un mandato que se extenderá hasta 2030, forjó una carrera política que comenzó en 1996 como concejal de Buin y se consolidó con 16 años consecutivos como diputado nacional desde 2002.
Aunque gran parte de su trayectoria se desarrolló bajo el ala de la Unión Demócrata Independiente (UDI), renunció en 2016 tras disputas internas y fundó su propio movimiento, el Partido Republicano, que aglutinó a los sectores más radicalizados del país.
Su primera candidatura presidencial en 2017 lo dejó en cuarto lugar con solo el 7,9% de los votos, pero su figura ganó notoriedad pública. En 2021, logró ganar la primera vuelta con el 27% de los votos, aunque finalmente fue derrotado por Boric en el balotaje.
La campaña de Kast se caracterizó por su defensa de “valores” tradicionales como la familia y la propiedad privada, y por su oposición a la legalización del aborto, la educación sexual integral y las luchas feministas. Católico fervoroso y padre de nueve hijos con su esposa María Pía Adriasola, suele presentarse como un ejemplo de las tradiciones que promueve.
No obstante, su ascenso también revivió polémicos antecedentes familiares: su padre, Michael Kast Schindele, fue un ciudadano alemán que militó en el partido nazi de Adolf Hitler, combatió en la Segunda Guerra Mundial y, tras huir a Chile, apoyó posteriormente a la dictadura de Augusto Pinochet. El propio Kast ha expresado su simpatía por el régimen pinochetista, afirmando en su primera campaña que “si Pinochet estuviera vivo, votaría por mí”, y recordando que en el plebiscito de 1988 votó a favor de su continuidad.
Jeannette Jara, reconoció su derrota en la red social X, escribiendo: “La democracia habló fuerte y claro. Me acabo de comunicar con el Presidente electo, José Antonio Kast, para desearle éxito por el bien de Chile”.
