insurgente
  • Inicio
  • Estado Español
  • Insurgencias
  • Internacional
  • Artículos
  • Convocatorias
  • Editoriales
  • Publicaciones
  • Referencias y Referentes
  • Inicio
  • Estado Español
  • Insurgencias
  • Internacional
  • Artículos
  • Convocatorias
  • Editoriales
  • Publicaciones
  • Referencias y Referentes
No Result
View All Result
No Result
View All Result
Home Artículos

DUALÉCTICA. Magia y realidad de la resiliencia sanchista

(Y las correspondientes dudas de altura con Feijóo)

in Artículos
DUALÉCTICA. Magia y realidad de la resiliencia sanchista

Adelanto del quinto número de la revista Dualéctica

 

El ruedo político español se caracteriza por una inestabilidad extrema y prácticamente da la impresión de que el gobierno agoniza a la espera de que, en próximos días, ingrese en el tan anunciado tanatorio de rigor. Pero es que así llevamos desde que empezó la legislatura, aunque es verdad que últimamente el rosario de casos de corrupción en la esfera dirigente del PSOE, junto con los escándalos de acoso y utilización sexuales que prostituyen su “inigualable” crédito feminista, pareciera por fin agotar los recursos de chistera del mago Sánchez. Pareciera, sí, solo pareciera, porque el rictus de este mago lo aguanta todo y no se le escapan los límites propios, pero tampoco los de los opuestos y aliados. Hasta el punto de que, como si nada, resetea y sale en conferencia de prensa a anunciarnos -eso sí, con la voz ya algo más apagada- que la ha programado, la chistera, hasta agotar la legislatura. Y si de “parecieras” se trata, ¿acaso no da la impresión de que Feijóo ya no sabe ni cómo continuar con el acoso?

Decimos que así llevamos toda la legislatura desde su inicio mismo, cuando la derechona junto con sus versiones más extremas tomando la calle Ferraz y sus coros mediáticos aseguraban que iba a durar poco ese gobierno constituido en noviembre de 2023, meses después de las elecciones de julio de aquel año. Un gobierno, recordémoslo, que sobrevino tras haber fracasado Feijóo en su investidura y constatar que apenas disponía de margen de alianzas, al contar solo con uno que le “descontaba” al resto. Sea como fuere, efectivamente muchos apostaban por que aquel gobierno multitaifas de Sánchez iba a ser efímero al haber pactado con toda una panoplia disparatada de grupos; y lo peor, con “los que habían querido romper España”. Una España que, encima, tenía que soportar ser manoseada en negociaciones indignas con el prófugo Puigdemont que lo primero que ponía por delante era no ser… de esa España. Así que, en pura lógica suya, la rancia caverna político-mediática, y ya no solo ella, no le auguraba ni un par de jornadas a aquel gobierno Sánchez. Sin embargo, desde estas páginas (nº1 de Dualéctica) nos atrevimos a negar ese vaticinio en un artículo en el que desde el mismo título adelantábamos el porqué no compartíamos esa predicción: “¿Y si el remedio a la inestabilidad diera más inseguridad por las alturas?” [1]

Y la verdad es que, pasado ya el ecuador de la legislatura, podemos decir que no anduvimos muy descaminados. Pero es que incluso ahora, cuando da la impresión de que Sánchez no puede resistir más, cuando hasta sus apoyos mediáticos progres por excelencia ven con dificultad que de esta salga airoso, cuando efectivamente podría aferrarse al poder para no verse envuelto en affaires judiciales, cuando sufre debacles electorales como la de Extremadura, incluso ahora, decimos, sigue siendo pertinente la pregunta que lanzamos a finales de 2023: ¿Acaso la alternativa que pueda brindar Feijóo da más seguridad a los que realmente mandan en el Ibex 35 y en Bruselas?

Desde luego que una duda razonable se sigue planteando al respecto. Con eso cuenta Sánchez, que sabe que su política de “gobierno más progresista” de la historia hispana consiste -en gran parte- en poner en marcha medidas que no solo no afectan materialmente a las élites oligarcas, sino que desvían al activismo social de señalar precisamente a los mandamases de la gran banca y de la Comisión de Bruselas como los principales causantes de los problemas de la gente. Nos referimos a toda la gente que trabaja aquí, sea cual sea su origen nacional, que ha de soportar los recortes por una deuda contraída a favor de aquella élites parasitarias y unas infracondiciones sociolaborales a fin de que se mantengan unos beneficios empresariales de vergüenza cuando justamente se comparan con las dificultades crecientes en vivienda, en sanidad, en materia laboral, con la carestía de la vida, etc. Sabe también Sánchez que, poniendo en primer plano cuestiones como el feminismo y los derechos LGTBIQ+, y aprovechando que los peperos son alumnos aventajados en leyes privatizadoras de las que el propio PSOE es responsable (como en la sanidad o en la educación), buena parte del activismo que aún queda, si se moviliza, lo hará en gran medida contra el miedo a la derecha y a la extrema derecha que no para de subir en las elecciones autonómicas y ya gobierna en muchas comunidades. Por cierto, que esto último es aprovechado por el gobierno central para intentar derivar ahí, en las autonomías, la responsabilidad por la degradación de la vivienda, la sanidad, la educación como si fueran los gobiernos regionales peperos los únicos causantes de esa degradación.

Fomentar el miedo a la extrema derecha, sí. Prácticamente lo primero que dijeron en Ferraz tras la bajada estrepitosa del PSOE en Extremadura y la subida de Vox es que ya solo quedaba el PSOE estatal como único dique progresista eficaz contra esa subida, anticipando, pues, un llamado urgente al voto útil. Por su parte, El País no solo no pidió elecciones anticipadas, sino que afirmó: “La ironía es que —en medio del enésimo descalabro territorial del PSOE—, el discurso nacional de Pedro Sánchez se ve en parte reivindicado con el resultado de Vox. Está por ver por cuánto tiempo y a qué precio autonómico y municipal”. [2]

El caso es que, mientras las faenas políticas y politiqueras transcurren de esta suerte, en la plaza ibérica, los Botines y sus secuaces… ni aparecen ni se les espera. Y tan contentos. Efectivamente, en la práctica, el gobierno de Sánchez da garantías de seguridad en las calles a los grandes detentadores del poder real mientras va de guay a tope y contando con los sindicatos como aliados en la tarea prioritaria de que no se sienten en el Consejo de Ministros la derechona y la derecha extrema que amenazan nuestros derechos. Una extrema derecha que voxifera contra los inmigrantes, siguiendo la estela de Trump, cuando resulta que la misma prensa económica del Ibex 35 reconoce que sin ellos, sin los inmigrantes, no habría ese crecimiento en el Producto Nacional Bruto que tanta admiración suscita en el resto de Europa. Por cierto, lo que no dicen, pero todos saben, es que esa gran contribución de los inmigrantes a la fuerza de trabajo en España lo es más aún porque la hacen con los derechos disminuidos y sometidos a una arbitrariedad de facto en las condiciones laborales, como consecuencia de no estar integrados como es debido en la clase obrera a la que realmente pertenecen.[3]

Pero, claro, ¿cómo vamos a exigir que se regularicen y se igualen a todos los que trabajan en España como paso previo para forjar una fuerza obrera potente (nativa y extranjera) que, sin duda, disminuiría el peso de la extrema derecha? Porque ¿no es cierto que esta basa su tamaño electoral en marginar de la vida política a toda esa gente venida de fuera pero que cada vez pesa más en la creación de la vida material de la nación en su conjunto? ¿Cómo vamos a exigir eso a un gobierno progresista si resulta que lo que está calando en la sociedad es que los inmigrantes son un problema de seguridad, además de que “nos quitan el trabajo y se llevan preferentemente las ayudas y paguitas”? Vienen a decirnos que no les pidamos mucho más al gobierno y a sus aliados más a la izquierda pues ya sufren un acoso bestial de la caverna por hacer “discursos valientes” contra el racismo y promover talleres al respecto en los colegios.

Estamos, pues, seguros de que los del Ibex están encantados, ya de partida, con este gobierno progre que asegura sus beneficios, que asegura que no se devuelva el rescate infame de la crisis financiera, al tiempo que cuenta con una oposición matona  sirviendo de límite a la necesaria integración de la inmigración en la clase obrera. Una integración que, al no darse, dificulta sobremanera, como decimos, que el conjunto de la clase exija como mínimo una mayor parte en el reparto de la tarta del PNB.

¿Y con respecto a la cuestión nacional en el Estado español? ¿Acaso no rezarán en las alturas para que no se reactive la calle independentista en Catalunya y en Euskadi? En este asunto de la cuestión nacional, tenemos serias dudas de que los grandes de España y de Bruselas no teman que todo vuelva a removerse con un Feijóo en la Moncloa flanqueado por lugartenientes tipo Ayuso y Abascal. Aunque, ya se sabe, muchos políticos admiradores del Cid (hasta los de la FAES), cuando llegan al gobierno, y justamente por necesidades parlamentarias, hasta hablan catalán.[4] Pero ya vimos que a Rajoy no le dejaron, empezando por el políglota del bigote. Y a Feijóo… ¿lo tratarían como a su paisano?

Sin duda que el mago Sánchez ha contribuido lo suyo a tranquilizarles la calle a los verdaderos directores del circo. Encima, si a él mismo se le desbordara, la ley Mordaza estaría tan presta como antes de prometer su derogación… que nunca llega. Ciertamente no vivimos una situación extrema, de guerra o prerrevolucionaria, donde de la comedia quedaría poco y la lucha de clases se desplegaría con toda la tragedia civil que, por desgracia, comenzarían a poner en marcha las clases dominantes con tal de salvaguardar su parasitismo. Pero, entretanto, y concretamente en lo que respecta al complicado y multinacional ruedo ibérico, la opción “de altura” preferida es la de la avalada “moderación del centro” una vez que te instales en la Moncloa. También lo sabe Feijóo, que no termina de quitarse la maldición de tener como único aliado al tándem Ayuso-Abascal. Dudamos que allá por las alturas estén seguros de que ese necesario viaje a la moderación del centro también se daría sin problema en el tándem casposo que acabamos de nombrar; solo fuera porque su misma parroquia no le permitiría tan fácilmente ese desplazamiento al pragmatismo que todo ocupante de la Moncloa debería plantearse si no quiere que a la mínima crisis, ya económico-financiera o bélica, las calles de este país se llenaran de exigencias antioligarcas, separatistas o antibelicistas.

Precisamente en el terreno internacional, con la situación geopolítica tensionándose en escenarios cercanos como hacía tiempo que no se veía, el autoproclamado gobierno progresista de Sánchez mantiene la posición que menos conviene a las masas trabajadoras en el asunto que es principal hoy: la guerra en Europa contra Rusia. Para ello, y a fin de que el asfalto no pete -como le pasó a Aznar con la guerra de Irak-, nada como un discurso de izquierda antiimperialista contra “el malvado Putin”, para más añadidura, catalogado como ultraderechista en los editoriales de El País.

Lo cierto es que Sánchez no representa un problema real para París y Berlín ni para la comisión de Bruselas dirigida por la belicista aristócrata Ursula von der Leyen. Podría utilizarse en contra de esta apreciación, el hecho de que el español se resistiera a comprometerse con el 5% de PIB en gasto militar con la rapidez que exigía… Trump. Sin embargo, pensamos que en la Comisión Europea no hicieron un problema mayor de ello, pues saben que tiene mucho de “recurso de chistera” y que, al final, en la práctica hará lo que soberanamente se decida en Bruselas, en la medida en que esta pueda recuperar su propia agenda y sus timings hechos jirones en la guerra en Ucrania.

Igualmente, podría traerse a colación la “valentísima y avanzada posición” dentro de la UE mantenida por el jefe de gobierno español con respecto a Israel. Pero lo primero que habría que recordar es que esa posición no se ha traducido en un boicot real al ente sionista y que Pedro Sánchez se apuntó a una movilización que estaba ya en las calles del Estado español (de nuevo, mucho de magia en acción). Por lo demás, ya advertimos sobre las verdaderas intenciones y perversidades que encerraba ese posicionamiento.[5] Lo que ahora queremos subrayar es que creer que Sánchez es un suicida por ponerse en contra de Trump en la cuestión de Israel solo puede venir de no darse cuenta de que EEUU no está tan fuerte como para dar un manotazo en Europa porque le salga un pupilo contestón en el tema de su protegido sionista.

En realidad, tal como ocurrió en la guerra de Irak con la actitud desafiante de Zapatero, el inquilino de la Moncloa sabe que refleja intereses propios europeos que no pueden explicitar Alemania y otras potencias de primer nivel en la UE. Tanto para España como para otros países cercanos, la clave está en la situación creada en la misma Europa con el frente abierto en el Este con Rusia. Tal como hemos expresado en otros escritos, los EEUU le adelantaron perversamente a la UE un conflicto con Rusia para el que no estaban preparados los europeos. Pero la desgracia mayor para estos es que, si no estaban preparados de antemano para entrar en ese conflicto, aún lo están menos… para salir sin que se visualice todo lo que han perdido por sumarse a la provocación extrema contra Rusia y defender al régimen neonazi de Zelensky. Si, efectivamente, antes no había tanto interés en la UE en adelantar su entrada en guerra contra Rusia, ahora el interés mayor es que Rusia no salga como ganadora, pues rompe la estrategia europeísta no confesada de hacerla implosionar desde dentro con desestabilizaciones “revolucionadoras” a todo color.

Pues bien, en ese sentido, insistimos en que en la necesidad de demonizar a Putin, Sánchez está en primera línea -sin que nadie en su izquierda coaligada le exija que no lo sea, es más, también se SUMAN- ofreciendo a los aliados centrales europeos la posibilidad de ganar adeptos por la izquierda a la infame causa belicista antirrusa. ¿Cómo? A partir de un halo progresista que le permite incluso utilizar un lenguaje clásico antiimperialista para precisamente convencer a la gente de izquierda (en España y allende si es necesario) de que hay que luchar y sacrificarse contra el “imperialismo de Putin”. Macron, desesperado por ver cómo echan a Francia de África, y cómo sus excolonias establecen relaciones con Rusia y China, también está muy interesado en que en el país galo (donde hay una fuerte politización) se abra paso esa tesis de que hoy en el mundo el verdadero imperialista es Putin. Ya lo editorializa Le Monde, exactamente como su colega El País, ambos etiquetados como de centroizquierda. Entonces, ¿seguro que no le viene bien a Macron ese aval “por la izquierda” que pudiera ofrecerle Sánchez? ¿Se sentiría Macron más seguro con un Feijóo en la cruzada mediática por empujar a la gente de izquierda contra el “imperialista” Putin, buscando emular -¡oh, si fuera posible!- las grandes movilizaciones contra el imperialismo yanqui en la guerra de Vietnam?

*

Sabemos que la política no está determinada automática e inmediatamente por la base económica y que tiene más autonomía de la que se piensa. Por tanto, sería osado predecir exactamente lo que va a pasar con el Gobierno Sánchez y no puede descartarse una subida de la derecha oficial en España incluso con el único apoyo de Abascal. Pero lo que sí nos atrevemos a asegurar es que, en el actual contexto macroeconómico y político, los del Ibex 35 y los de Bruselas exigirían a Feijóo que se parezca más… a Sánchez que a Abascal, empezando por el tratamiento de la cuestión nacional. Aquí Feijóo debería copiar al primer Aznar de la mayoría simple y no al segundo que iba de sobrado con su mayoría absoluta. Y, por supuesto, desde las alturas del poder real le recomendarían a Feijóo que su necesario alejamiento de la caverna casposa no puede limitarse a quitarse las gafas y rizarse el pelo, sino que tendría que moderarse en el prometido desmontaje del “legado progresista” de Sánchez, a fin de no reactivar a mucha gente que hoy está “abstenida” y desmoralizada. Nos atrevemos a decir que, en lo referente a la cuestión nacional como en la cuestión social o, más bien, “de sociedad”, y no digamos en lo que respecta a la necesidad de predisponer con eficacia a la opinión pública a favor del esfuerzo bélico contra Rusia, los mandamases patrios y de la comisión de Bruselas pedirán a una eventual derecha en el gobierno que no solo cuide el legado de Sánchez sino que le copie algo de su magia.

Pase lo que pase, está claro que el pueblo necesitará de un activismo comprometido que le ayude a despreciar todo este ruedo nauseabundo de la politiquería patria. Y ello, a fin de afrontar a quienes decíamos antes que ya hace tiempo que ni aparecen ni se les espera: a esos grandes de la banca y otros gerifaltes de la oligarquía, a los que habrá que llevar a la arena donde se dirimirá la verdadera faena pendiente. Hemos de afrontarlos sin más ilusionismos que valgan, lo que significa expropiarlos del poder real que detentan. Esa suprema tarea comienza por no permitir que ninguna otra causa (por justa que en sí misma pueda ser) se utilice para colaborar en el crimen que supone hacer desaparecer a los parásitos de las grandes finanzas y del gran capital del discurso y de la movilización, como viene ocurriendo al menos desde hace una década. Acabar con ese silenciamiento calculado es prioritario. A ese imperativo de proyección revolucionaria se tendría que someter cualquiera de nuestras contribuciones militantes. Todas son necesarias, desde las más modestas a las más comprometidas. Con tal de que vayan en esa línea de demarcación señalada.


[1] https://redroja.net/articulos/y-si-el-remedio-a-la-inestabilidad-diera-mas-inseguridad-por-las-alturas/

[2] https://elpais.com/opinion/2025-12-23/senales-desde-extremadura.html

[3] https://redroja.net/movimiento-obrero/a-vueltas-con-la-inmigracion-folleto/

[4] En ocasión de la primera victoria electoral de Aznar por mayoría simple, y necesitado, entonces, de buscar pragmáticamente apoyos entre “sus odiados” nacionalistas, el personaje tuvo a bien declarar que él hablaba catalán en círculos reducidos. Fue en la misma época (noviembre de 1998) en que dijo aquello de “He querido que los ciudadanos españoles supieran y tengan muy claro que el Gobierno y yo personalmente he autorizado contactos con el entorno del Movimiento Vasco de Liberación (MLNV)”, refiriéndose a ETA.

[5] https://redroja.net/analisis/un-pasito-antisionista-limitado-y-limitante/

ShareTweetShare

Nuestro Boletín

  • Inicio
  • Estado Español
  • Insurgencias
  • Internacional
  • Artículos
  • Convocatorias
  • Editoriales
  • Publicaciones
  • Referencias y Referentes

No Result
View All Result
  • Inicio
  • Estado Español
  • Insurgencias
  • Internacional
  • Artículos
  • Convocatorias
  • Editoriales
  • Publicaciones
  • Referencias y Referentes