El B9, los desahucios y el circo parlamentario
Anteayer presenciamos una de las expresiones más descarnadas del drama de la vivienda, combinada con la ofensiva reaccionaria contra el proletariado migrante. Xavier García Albiol , actual alcalde del PP en Badalona, ordenó el desahucio de unas 400 personas, mayoritariamente migrantes, del antiguo instituto B9, sin ofrecer alternativa habitacional alguna y desplegando con la máxima ostentación el discurso racista y aporofóbico tan propio de una extrema derecha en auge.
Aunque Albiol fue el payaso protagonista -que, como es obvio, no pudo hacer su número sin la colaboración del PSC de Isla-, el espectáculo se representó a ambos lados del escenario. Comunes, ERC y la CUP no tardaron ni un minuto en desplegar su oportunismo más barato : condenar las políticas autoritarias de Albiol y hacerse la foto de rigor. ¿Pero qué credibilidad puede tener una ERC que carga a sus espaldas la causa represiva más bestia contra el movimiento por la vivienda? ¿Qué medalla pueden colgarse los Comunes, más allá de haber mantenido a Barcelona entre las ciudades con más desahucios mientras gobernaban? ¿Qué pirueta argumental le queda a una CUP que está impulsando desahucios de pisos públicos en la Girona gobernada por Salelles? Y es que de derechas a izquierdas, la única política efectiva en materia de vivienda que todos los partidos políticos han impulsado de forma inequívoca ha sido la del desahucio.
Parece que a algunas personas todavía les sorprende que, en el contexto del desahucio del B9, desde el Sindicato de Vivienda Socialista de Cataluña señalamos y cerramos decididamente el paso a los partidos reformistas que se acercan a ellos como buitres. Sigue arraigado, entre ciertos sectores de los movimientos sociales -por suerte, cada vez menos-, un sentido común que afirma que «cuanto más seamos, mejor», que siempre es preferible contar con el apoyo de los partidos de izquierdas que prescindir de ellos. Sin embargo, la experiencia de los últimos ciclos movilizadores demuestra precisamente lo contrario.
La izquierda reformista no nos refuerza: nos capitaliza, nos debilita y, por último, nos desmoviliza. Se apropia del trabajo de base construido por sindicatos y colectivos, lo convierte en capital político propio y se presenta como la legítima representante del conflicto, traduciendo la fuerza callejera en votos para sus propuestas reformistas. Propuestas que, después de no reformar absolutamente nada, sólo han servido para desactivarnos.
Se nota y mucho que la campaña electoral ya ha comenzado . Además, estos partidos de izquierda toman posiciones por el nuevo ciclo de movilizaciones que se está cociendo. A medida que este ciclo vaya calentándose, no dudarán ni un segundo en desplegar una gesticulación tan radical como lo exija el momento para presentarse como los legítimos representantes de las demandas que surjan de los sectores movilizados. Hablarán de derechos, de justicia social y de soluciones reales, y se presentarán como aliados naturales de las luchas. De hecho, ya lo están haciendo.
Si salimos de la inmediatez, hay dinámicas políticas que se nos presentan con toda claridad. El bloque progresista ve cómo se agota su tiempo de gobierno, y su ala izquierda pretende desmarcarse de su tibieza. Ya se sienten llamadas a recuperar la iniciativa. Y aquí la vivienda es de los pocos temas que les permite salir de la posición defensiva a la que les ha empujado la ofensiva reaccionaria. Desde estas coordenadas no debemos descartar un último golpe de efecto aprovechando la centralidad de la problemática de la vivienda actual, con una propuesta que se lleva forjando de un tiempo a esta parte: la prohibición de las compras especulativas . Una medida que responde al puro cálculo electoral de un bloque progresista contra las cuerdas y en la que todos los partidos de la izquierda reformista lucharán por presentarse de cara a la sociedad como sus instigadores. Circo parlamentario, reformas que no reforman y el intento de capitalización de las luchas de base por parte de los partidos reformistas. Tengamos en cuenta estas consideraciones cuando las organizaciones de clase hablamos de hacia dónde deben andar las futuras movilizaciones ya qué acumulación de fuerzas deben responder.
Pero este nuevo ciclo no espera a ningún político profesional con los brazos abiertos. Y es que, en las próximas movilizaciones, allí donde exista una sección del Sindicato de Vivienda Socialista de Catalunya no solo se confrontará hasta el final a las fuerzas reaccionarias —PP, Junts, Vox o Aliança—, sino también a la izquierda reformista. Los partidos de derechas y las fuerzas de la reacción se encontrarán con una fuerza de clase que les planta cara, organizando bajo el paradigma de la unidad de clase aquellos sectores que ellos buscan atacar; y los partidos de izquierdas se encontrarán con gente dispuesta a recordarles cuáles son las políticas que impulsan cuando gobiernan, a señalar su oportunismo, a no ceder a las ventajas cortoplacistas de sus falsas promesas ya blindar la acumulación de fuerzas desde la base.
Este nuevo ciclo nos plantea un reto claro a todo el movimiento por la vivienda: orientar la lucha con una clara e inequívoca perspectiva de clase, acumular fuerzas para confrontar a la reacción pero al mismo tiempo evitando que éstas desemboquen en unos partidos políticos reformistas que ya han demostrado que nada tienen que ofrecernos. Por eso, desde el SHSC no tenemos ningún escrúpulo en decirlo alto y claro: sí, claro que tenemos intereses políticos . Nuestro interés político es que la autoorganización de la clase trabajadora para hacer frente a los problemas de la vivienda sirva también a su organización en términos políticos; es decir, para construir un proyecto político propio que no se limite a poner parches y ataque la causa del problema de la vivienda: el orden capitalista.
Hablamos de un proyecto político al servicio de los intereses de la mayoría trabajadora, orientado a expropiar a la burguesía el control sobre la producción y distribución de bienes y servicios, como la vivienda. Y para construir este proyecto político, es imprescindible aprovechar todas y cada una de las oportunidades que nos ofrece la lucha de clases para recordar que todos los partidos del capital, sean del color que sean, no tienen absolutamente nada que ofrecer a la clase trabajadora. Para recordar que el objetivo no es ensanchar las bases de un Podemos renovado, ni de una CUP derechizada, sino construir una fuerza política independiente. Independiente de los Salellas, de los Albiols y de todo el resto de payasos que viven de administrar el malestar social mientras blindan el orden social que lo produce.
——————————–
El B9, els desnonaments i el circ parlamentari
Abans-d’ahir vam presenciar una de les expressions més descarnades del drama de l’habitatge, combinada amb l’ofensiva reaccionària contra el proletariat migrant. Xavier García Albiol, actual alcalde del PP a Badalona, va ordenar el desnonament d’unes 400 persones, majoritàriament migrants, de l’antic institut B9, sense oferir cap alternativa habitacional i desplegant amb la màxima ostentació el discurs racista i aporofòbic tan propi d’una extrema dreta en auge.
Tot i que Albiol va ser el pallasso protagonista -que, com és obvi, no hauria pogut fer el seu número sense la col·laboració del PSC d’Illa-, l’espectacle es va representar a banda i banda de l’escenari. Comuns, ERC i la CUP no van trigar ni un minut a desplegar el seu oportunisme més barat: condemnar les polítiques autoritàries d’Albiol i fer-se la foto de rigor. Però quina credibilitat pot tenir una ERC que carrega a la seva esquena la causa repressiva més bèstia contra el moviment per l’habitatge? Quina medalla poden penjar-se els Comuns, més enllà d’haver mantingut Barcelona entre les ciutats amb més desnonaments mentre governaven? Quina pirueta argumental li queda a una CUP que està impulsant desnonaments de pisos públics a la Girona governada per Salelles? I és que de dretes a esquerres, l’única política efectiva en matèria d’habitatge que tots els partits polítics han impulsat de forma inequívoca ha estat la del desnonament.
Sembla que a algunes persones encara els sorprèn que, en el context del desnonament del B9, des del Sindicat d’Habitatge Socialista de Catalunya assenyalem i barrem decididament el pas als partits reformistes que s’hi acosten com voltors. Continua arrelat, entre certs sectors dels moviments socials -per sort, cada cop menys-, un sentit comú que afirma que «com més siguem, millor», que sempre és preferible comptar amb el suport dels partits d’esquerres que prescindir-ne. Tanmateix, l’experiència dels darrers cicles mobilitzadors demostra precisament el contrari.
L’esquerra reformista no ens reforça: ens capitalitza, ens debilita i, finalment, ens desmobilitza. S’apropia del treball de base construït per sindicats i col·lectius, el converteix en capital polític propi i es presenta com la legítima representant del conflicte, traduint la força del carrer en vots per a les seves propostes reformistes. Propostes que, després de no reformar absolutament res, només han servit per desactivar-nos.
Es nota i molt que la campanya electoral ja ha començat. A més, aquests partits d’esquerra prenen posicions pel nou cicle de mobilitzacions que s’està coent. A mesura que aquest cicle vagi escalfant-se, no dubtaran ni un segon a desplegar una gesticulació tan radical com ho exigeixi el moment per poder-se presentar com els legítims representants de les demandes que sorgeixin dels sectors mobilitzats. Parlaran de drets, de justícia social i de solucions reals, i es presentaran com a aliats naturals de les lluites. De fet, ja ho estan fent.
Si sortim de la immediatesa, hi ha dinàmiques polítiques que se’ns presenten amb tota claredat. El bloc progressista veu com s’esgota el seu temps de govern, i la seva ala esquerra pretén desmarcar-se de la seva tebiesa. Ja se senten crides a recuperar la iniciativa. I aquí l’habitatge és dels pocs temes que els permet sortir de la posició defensiva a la qual els ha empès l’ofensiva reaccionària. Des d’aquestes coordenades no hem de descartar un últim cop d’efecte aprofitant la centralitat de la problemàtica de l’habitatge actual, amb una proposta que es porta forjant d’un temps ençà: la prohibició de les compres especulatives. Una mesura que respon al pur càlcul electoral d’un bloc progressista contra les cordes i en la que tots els partits de l’esquerra reformista lluitaran per presentar-se de cara a la societat com els seus instigadors. Circ parlamentari, reformes que no reformen i l’intent de capitalització de les lluites de base per part dels partits reformistes. Tinguem en compte aquestes consideracions quan les organitzacions de classe parlem de cap a on han de caminar les futures mobilitzacions i a quina acumulació de forces han de respondre.
Però aquest nou cicle no espera cap polític professional amb els braços oberts. I és que, en les pròximes mobilitzacions, allà on existeixi una secció del Sindicat d’Habitatge Socialista de Catalunya no només es confrontarà fins al final les forces reaccionàries —PP, Junts, Vox o Aliança—, sinó també l’esquerra reformista. Els partits de dretes i les forces de la reacció es trobaran amb una força de classe que els planta cara, organitzant sota el paradigma de la unitat de classe aquells sectors que ells busquen atacar; i els partits d’esquerres es trobaran amb gent disposada a recordar-los quines són les polítiques que impulsen quan governen, a assenyalar el seu oportunisme, a no cedir als avantatges curtterministes de les seves falses promeses i a blindar l’acumulació de forces des de la base.
Aquest nou cicle ens planteja un repte clar a tot el moviment per l’habitatge: orientar la lluita amb una clara i inequívoca perspectiva de classe, acumular forces per a confrontar a la reacció però alhora evitant que aquestes desemboquin en uns partits polítics reformistes que ja han demostrat que no tenen res a oferir-nos. Per això, des del SHSC no tenim cap escrúpol a dir-ho alt i clar: sí, clar que tenim interessos polítics. El nostre interès polític és que l’autoorganització de la classe treballadora per fer front als problemes de l’habitatge serveixi també per a la seva organització en termes polítics; és a dir, per construir un projecte polític propi que no es limiti a posar pedaços i ataqui la causa del problema de l’habitatge: l’ordre capitalista.
Parlem d’un projecte polític al servei dels interessos de la majoria treballadora, orientat a expropiar a la burgesia el control sobre la producció i la distribució de béns i serveis, com l’habitatge. I per construir aquest projecte polític, és imprescindible aprofitar totes i cadascuna de les oportunitats que ens ofereix la lluita de classes per recordar que tots els partits del capital, siguin del color que siguin, no tenen absolutament res a oferir a la classe treballadora. Per recordar que l’objectiu no és eixamplar les bases d’un Podemos renovat, ni d’una CUP dretanitzada, sinó construir una força política independent. Independent dels Salellas, dels Albiols i de tota la resta de pallassos que viuen d’administrar el malestar social mentre blinden l’ordre social que el produeix.
Noticia relacionada:
La policía del PSE, que ha cargado, y el Ayto de Albiol (PP) desalojan a 400 personas en Badalona
