Si hay una constante en la guerra, es su imprevisibilidad, rara vez acaban como sus arquitectos planearon. Una acción aparentemente pequeña puede desencadenar una cadena de eventos catastróficos.
Para Sun Tzu, la guerra era un asunto de cálculo racional y superioridad psicológica. El buen general vence antes de dar la batalla, mediante la preparación, el conocimiento del enemigo y de uno mismo, y la manipulación de las percepciones del adversario.
Bueno, eso cree estar haciendo Washington, pero ¿no resultará al revés? ¿Han logrado mediante la guerra psicológica manipular las percepciones de los venezolanos? ¿Conocen al enemigo? ¿Están listos para enfrentar lo que se les viene encima o creen que por el abuso pueden definir la jornada?
Una interpretación libre de Heráclito de Éfeso, quien creía en la guerra como principio cósmico y motor del cambio, inherente a la existencia, debería llevarles a pensar que Polemos puede generar un cambio radical en el Continente, eso si no confunden a Heráclito con un cantante de música urbana o un basquetbolista de origen griego.
Nicolás Maquiavelo criticaba ferozmente el uso de mercenarios, a los que consideraba desleales e ineficaces. Un príncipe debe basar su poder en un ejército ciudadano («milicia propia»), pues la guerra y la política son dos caras de la misma moneda, no merece comentarios.
Si Donald Trump y sus asesores, olvidados de Vietnam, hubieran leído a Carl von Clausewitz, el mismo que dijo aquello de que «La guerra es la continuación de la política por otros medios» y reflexionó sobre lo que llamó la Niebla de la Guerra (Nebel des Krieges) y Fricción, lo pensaría dos veces antes de invadir a un país listo para defender con todo su libertad y honor.
La «niebla» se refiere a la incertidumbre y la información imperfecta en el campo de batalla. La «fricción» es la fuerza que hace que lo aparentemente fácil en la teoría sea terriblemente difícil en la práctica y así puede resultar, incluso aunque logren utilizar a un Efialtes.
Marx veía en las guerras una oportunidad para acelerar el colapso del sistema capitalista y el advenimiento de la revolución proletaria.
Ahora si queremos entender que hay detrás de toda la parafernalia imperial contra Venezuela, leamos al gran Lenin, El Imperialismo, Fase Superior del Capitalismo, Vladimir Ilich, argumentó que el capitalismo, en su fase monopolista (imperialismo), se ve obligado a luchar por el reparto y nuevo reparto del mundo, sus colonias y sus recursos.
Por lo tanto, la guerra no es un accidente, sino una consecuencia inevitable e inherente al capitalismo en su etapa final.
La guerra será un fracaso
En su esencia, siempre será un desastre. Un fiasco de la diplomacia, de la razón, de la empatía. Rara vez se libra sin una narrativa justificadora, en nombre de la libertad a lo largo de la Historia, los imperios han borrado culturas y afectado el destino de la humanidad.
Desde su nacimiento Estados Unidos deseaba apropiarse de Cuba, así que el 15 de febrero de 1898 ellos mismos volaron una fragata de su país “Maine” en el puerto de La Habana, para justificar una guerra contra España y arrebatarle la preciada colonia del Caribe, de paso se hicieron de Puerto Rico, Filipinas y todo lo que pudieron arrebatarle al Imperio español.
El conocido como el incidente de Tonkín fue el falso pretexto que usó en 1964, la administración de Lyndon B. Johnson para intervenir militarmente en Vietnam del Norte.
Para los que no recuerdan, los servicios secretos estadounidenses organizaron una operación de falsa bandera, simularon un falso ataque de fuerzas pertenecientes a Vietnam del Norte contra barcos de la Armada de EE.UU. en el Sudeste Asiático.
La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), liderada por EE.UU., agredió en 2001 a Afganistán, bajo el pretexto de los acontecimientos registrados en Nueva York el 11 de septiembre del mismo año.
Dos años después de atacar Afganistán, Washington construyó la mentira de que Sadam Husein poseía un almacén lleno de armas de destrucción masiva, nunca aparecieron tales armas.
Es muy extensa la lista, EEUU ha pasado 222 de sus 243 años de existencia en guerra, ahora fabrica el pretexto para asaltar a Venezuela y robar sus recursos, no importa la destrucción que puedan causar, ni las personas que puedan morir, en este mundo de los piratas y corsarios sionistas.
Una increíble historia de carteles de drogas, en este caso el Cartel de los Soles, se esgrime como pretexto para agredir a la tierra de Bolívar y Chávez, resulta irónico que el mismo gobierno que acaba de poner en libertad a un narco preso y confeso, el capo Juan Orlando Hernández, ex presidente de Honduras, declare ser el ejemplo de lucha contra ese flagelo.
Ante la inevitable caída, la mirada al abismo les aterra, pueden perder sus privilegios, han fracasado y apenas les queda el saqueo y la mentira, las masas obnubiladas que aún le siguen al matadero despertarán un día o termináramos siendo polvo cósmico, quemados por las armas de la estupidez y la codicia.
