Sucedió el pasado martes, 28 de octubre. Una operación policial salvaje acabó con la vida de al menos 132 personas en menos de 24 horas. Con más de 2.500 uniformados, vehículos blindados y helicópteros, irrumpió en la favela de Penha (una de las más empobrecidas del país) con el propósito de “desmantelar al Comando Vermelho”. Pero la brutalidad policial lo convirtió todo en asesinatos masivos, en una verdadera masacre.
Testimonios recogidos por la Defensoría Pública, y como se puede observar el la fotografía de cabecera de esta noticia y en el vídeo, describen calles repletas de cadáveres y familias intentando identificar a sus seres queridos entre los escombros.
De 64 muertos y 81 detenidos confirmados por fuente oficiales, pasaron a 132 personas muertas según información facilitada por la Defensoría Pública de Río de Janeiro. Numerosos cadáveres fueron encontrados en calles y zonas boscosas cercanas, muchos con signos de violencia extrema. Al parecer, la operación duró más de diez horas, y dejo imágenes propias de un campo de batalla.
Cláudio Castro, insensible y deshumanizado gobernador del Estado, celebró la operación como “a mayor de la historia” y “una victoria para la seguridad”. Pero colectivos de derechos humanos denunciaron que la mayoría de las personas asesinadas no estaban armadas y que hubo ejecuciones extrajudiciales. Sin embargo, a este respecto Castro expresó: “Si hay errores, serán residuales”.
Por su parte, el ministro de Justicia, Ricardo Lewandowski, declaró que el presidente Lula da Silva “no fue informado” de la acción. ¿Volcará sus esfuerzos para esclarecer lo sucedido y castigar a los culpables? Lo dudamos, este siniestro episodio no es nuevo en Brasil. En los últimos cinco años, más de 6.000 personas han muerto en acciones policiales en el estado de Río de Janeiro.
La ONU dijo estar horrorizada por el número de muertos, y pidió explicaciones inmediatas.

