En el contexto de la discusión acerca de la reducción de la jornada laboral, el presidente de la patronal española (CEOE), Antonio Garamendi, se ha atrevido a decir que “mucha gente no quiere trabajar” y que “tú vas a la India y todos quieren venir a trabajar, y en Iberoamérica si vas, hacen los cursos y vienen corriendo, pero en España tú haces el curso y no van”.
Y lo ha dicho mientras el señorito cobró oficialmente unos 400.000 euros al año (diez mil euros arriba, diez mil abajo… que nos da que oficiosamente la cosa tira mucho más para arriba). Por eso decimos que se ha atrevido, porque nosotros también nos atrevemos a decir que años atrás -cuando había oficialmente menos democracia que ahora, pero de facto en la calle mucha más- este personaje se hubiese limitado a decir sus barbaridades de explotador en las comidas de convivencia con sus compinches. Ciertamente, lo que debe darnos que pensar no es que este jefe de la patronal busque que la gente les trabaje (a él y a sus secuaces) gratis, sino que piense que le va a salir gratis soltar esos exabruptos.
Sin duda que la repentina admiración por los inmigrantes por parte de Garamendi es porque para él son carne de cañón para la sobreexplotación: es mucho más fácil pisotear a un obrero en España cuyo primer papelón con el que se encuentra al pisar tierra patria es precisamente tener papeles en regla y al mismo nivel que un español. A partir de ahí, sabe la patronal que nada como azuzar a inmigrantes (currelas) contra nacionales (flojos).
Por cierto, que los elogios de Garamendi a la laboriosidad del no-español-en-España nos confirma en otro convencimiento: a estos parásitos inútiles de la patronal solamente les interesa los Vox y Cia en la medida en que divide (y enfrenta) a los trabajadores, pero no porque los quisiera en el gobierno aplicando una limpieza de sangre… obrera. No podrían retrotraer el salario y las condiciones laborales a los “dorados” tiempos decimonónicos.
Finalmente, qué decir del favor que les ha hecho el presidente de la patronal a Yolanda Díaz y a los “sindicatos mayoritarios”, que han podido escenificar todo un berrinche de indignación. Eso sí, cuidándose de no decir lo esencial: que lo que hay que hacer con estos “miserables” de sueldos por las nubes es expropiarlos. Con mucha clase: nativa y extranjera. Y en el mejor de las casos -siendo condescendiente como Mao con aquel último emperador-, habría que bajarlos a tierra a trabajar… pero con vigilante: porque estos sí que trabajarían al mínimo-mínimo si este fuera su salario.
