Israel, EE.UU, la U.E y el Reino Unido dictaron en su día a sus terminales mediáticas y al Partido Judicial obediente que Hamás, Hezbollah y hasta el marxista FPLP, son organizaciones terroristas. El sionismo no, es un aliado con el que se pueden hacer negocios y recibirlos en alfombra roja. La idea del imperialismo fue siempre desarticular la resistencia y que el interlocutor palestino único fuera una timorata Autoridad Nacional Palestina (ANP), que aparecía financiada por jeques y preñada de corrupción y entreguismo, desde la propia época de Yasser Arafat.
La estrategia era/es dar órdenes al pueblo palestino de que la defensa armada contra los ataques de Israel no lleva a ningún sitio, y que se fueran negociando (desde 1948) las pérdidas constantes de territorio y el encarcelamiento de la población en su propio país, con una sonrisa, muchos apretones de mano y golpecitos en la espalda, como es lo propio de las personas civilizadas. La socialdemocracia y sus extensiones sindicales y aparato afín, compraron esa argucia que en la práctica dejaba a los palestinos sin capacidad para hacer frente a la barbarie. Esa mal llamada izquierda tiene la soberbia y altanería de decirle a los palestinos cómo deben defenderse del genocidio (proponen ruedas de prensa, manifiestos y rezos y si Netanyahu no escucha una manifestación pacifista con palomas blancas). Esta situación se traduce en que si en una movilización solidaria con el pueblo palestino, alguien osa desplegar una bandera de Hamás, Hezbollah o el FPLP, no hace falta que venga la policía a detenerlo por «apoyar a una organización criminal», sino que algunos de los propios participantes ya se encargan de ello, que para eso la U.E y EE.UU supieron dictar la ordenes de quién es terrorista y quién no, y siempre hay obedientes dispuestos a ejecutarlas.
Esta situación de negar o menospreciar la resistencia nos obligaría a rever la historia. Es el caso, por ejemplo, de la república española, que supo enfrentarse con todas las herramientas de lucha al golpe de Estado del franquismo durante tres años, o a los partisanos y antifascistas que en diversos países europeos encararon a los nazis sin titubeos, y que aún hoy son considerados héroes de la resistencia. Y lo fueron.
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