Tras el sabotaje occidental al gaseoducto Nord Stream, que unía por el Báltico a Rusia y Alemania, pensando que así reventaban la economía rusa, Vladímir Putin y Xi acaban de firmar un memorando para la construcción del gasoducto Fuerza de Siberia-2, que unirá los yacimientos en Yamal Oriental con la China norteña. Una vez acabada la infraestructura, el gigante euroasiático podrá exportar a su vecino del este a través de esta futura tubería 50.000 millones de metros cúbicos adicionales de gas. Una mala noticia para el capitalismo occidental.